El beach club del antiguo fortín militar de Sant Carles, abierto sin licencia en verano de 2015, sigue abandonado y muy degradado tres años después. La empresa concesionaria está a la espera de que el ayuntamiento de Palma le conceda el permiso de obras, tal como indican fuentes cercanas. El Instituto de Patrimonio Cultural, que depende del ministerio de Cultura, autoriza en un informe la apertura del establecimiento en la fortaleza del siglo XVIII, que está declarada BIC (Bien de Interés Cultural), pero "exige que antes se elimine la piscina y se resuelvan las deficiencias detectadas""exige que antes se elimine la piscina y se resuelvan las deficiencias detectadas", según explica la Autoridad Portuaria, que sacó a concurso la gestión y explotación del monumento por estar dentro del dominio público portuario estatal.

Al inicio de la legislatura, Cort clausuró el negocio poco después de ser abierto porque carecía de licencia de obras y de actividad, y porque "el proyecto presentado no tenía nada que ver con el que se ejecutó" en la antigua batería avanzada, situada en el Dique del Oeste, enfrente del museo militar de San Carlos. Esta fue una de las primeras actuaciones del alcalde, Antoni Noguera, que entonces era el nuevo concejal de Urbanismo del gobierno del Pacto.

Los promotores presentaron la reforma a la comisión de Centro Histórico por ser un monumento protegido y este organismo dio permiso para poner mesas y sillas en el foso de la fortaleza, aunque no autorizó la instalación de una estructura metálica para colocar una tarima y salvar de este modo los cuatro metros de profundidad. Sin embargo, eso es lo que hizo la concesionaria con la finalidad de que la terraza estuviese al nivel de la muralla para que los clientes disfrutasen del mar.

Actualmente, se puede ver la estructura al aire libre y oxidada en una parte del recinto, mientras que la otra todavía está cubierta con una tarima de madera cuyos tablones se hallan en mal estado. La barandilla que rodea la piscina elevada tiene rotos los cristales que aún quedan, los postes de las farolas de esa zona también están oxidados, tras la barra del bar se observan restos de latas y botellas, y los hierbajos crecen por doquier en el establecimiento conocido como Lolitaestablecimiento conocido como Lolita. El nombre continúa en un letrero en la entrada, junto a la parada de autobús de la línea número 1 de la EMT, donde cada día suben y bajan los numerosos turistas de cruceros cuyos barcos atracan en el Dique del Oeste.

La zona es frecuentada además por paseantes, usuarios de la cala cercana, corredores y visitantes que realizan excursiones guiadas en autocar y se detienen allí para fotografiar las vistas de la Bahía, como ocurrió ayer mismo.