María Fernández de Córdova y Dezcallar se ha ido como siempre deseó: sin hacer ruido y de una manera casi fulminante. El pasado lunes sufrió un ictus y cinco días después falleció. Tenía 93 años.

Persona carismática, en la ciudad, en la zona de Santa Eulàlia, ya la echan de menos. "Se notará su ausencia", dicen quienes la veían siempre sentada en el Moderno, o en el bar Plaza, charlando con amigos, o en Cort.

Descendiente directa del Gran Capitán, María Fernández de Cordova, ha sido una de las grandes "astrólogas", que no adivinas, de este país. Por su consulta han pasado políticos, personajes de la farándula y de la sociedad de toda España.

Con una inteligencia y sagacidad como pocos, María Fernández de Córdova hacía gala de una libertad de pensamiento poco habituales.

"El mallorquín ha vendido su alma al diablo por dinero", dijo en una entrevista a este diario, en referencia a los cambios de su tierra, a la que acabó volviendo tras años en París y Madrid. El funeral se celebrará este martes en la iglesia de Santa Eulàlia. "Tus buenos amigos no te olvidan", se lee en su esquela.