Cuando Can Palou de Comasema se puso a la venta, Blanca, una de las herederas junto a sus hermanos, dijo: "Me gustaría que quien la comprara mantuviera la dignidad de la casa". Hace tres años. Lo vendían por 3,8 millones de euros. Todo apuntaba a que acabaría en manos de un extranjero. Los pronósticos fallaron. Jordi Cabau, empresario hotelero, nacido en Barcelona pero afincado en Palma hace décadas y con una experiencia en el negocio hotelero de más de 30 años con establecimientos en Mallorca y Canarias, ha convertido el que fuera un edificio histórico y protegido como BIC en "nuestra casa en Palma", es decir, un hotel de cinco estrellas, el Glòria de Sant Jaume. Es su séptimo establecimiento hotelero. Acaba de recibir el premio Roca, como mejor hotel singular.

Con la profunda "y muy respetuosa" transformación de este edificio cargado de historia, serán cuatro las reformas que lo han modelado. "Al entrar en la casa lo que más me impactó fueron los dos patios abiertos, su luz. ¡Soy un poco vintage", indica el empresario. Por ello ha contado con artesanos como el maestro de ribera Mateu Grimalt quien, con fervor de filigrana, ha retirado y rehecho la carpintería original de toda la casa desde persianas, a ventanas, puertas, pasamanos, barandas y otros elementos. La elección de que sea un mestre d'aixa se debe a que Cabau es un amante de los barcos clásicos. El Mercury es su velero, de 1938.

Durante dos años se han llevado a cabo obras miradas con lupa por Patrimonio. Blas Segarra ha sido el arquitecto de la reforma. Xisco Caimari

Al ponerse a la venta, el edificio anunció una superficie de 1.125 metros cuadrados construidos y 337 metros cuadrados de solar. "No hemos querido compartimentar el espacio y sacar más habitaciones. Nuestra apuesta es espacios más amplio. El hotel cuenta con 14 habitaciones repartidas en dos plantas", indica Cabau. En la planta baja se alojan la recepción que da paso al bar y al restaurante en el entresuelo, éste con entrada propia para hacerlo más accesible a todo el mundo.

Un elemento que identifica el hotel son los suelos hidráulicos, en su mayor parte hechos con las baldosas y azulejos originales de Can Palou de Comasema; el resto, procedentes de Huguet. "He elegido artesanos de Mallorca. Me interesa que el cliente que se aloja aquí no crea que está en París o en cualquier otra ciudad sino en Palma", indica Cabau.

Con orgullo muestra el descubrimiento de las tuberías de barro originales en un edificio que data del siglo XVI pero al que le han hecho unas cuantas reformas. De ahí que convertido en hotel, su propietario ha intentado mantener esa "dignidad" que ansiaba su última propietaria, Blanca Palou de Comasema. Por ello son muchos los elementos conservados como las antiguas verjas, las paredes de marés, tapices, e incluso, los restos de periódicos del siglo XIX como El Isleño, El IsleñoEl Áncora

Acerca de la proliferación de hoteles en Palma, Cabau, cree que "no hay que abusar, aunque muchos casales se mantendrán gracias a convertirse en hoteles".