Cielo encapotado y cruceros se traducen en saturación del centro de Palma y en colapso en las distintas entradas a la ciudad. Es lo que en términos policiales llaman Operación Nube. En una semana, se han registrado dos, ayer y la del pasado lunes. Es de prever que los lunes van a ser conflictivos ya que el crucero más grande del mundo, el Symphony of the Seas , recala en Palma cada inicio de semana.

Sobre las once y media de la mañana, la Policía Local activó la Operación Nube, ante el aluvión de vehículos que se dirigían al centro de Palma debido a que el tiempo amenazaba lluvia. Los agentes se desplegaron por lugares estratégicos para mitigar las retenciones causadas por miles de coches que se dirigían al mismo tiempo hacia Ciutat.

Los agentes se han apostado en el desvío al Paseo del Born para regular la circulación en un punto donde se concentraba una gran cantidad de tráfico. También se dispusieron los efectivos en la entrada al Parc de la Mar desde la Vía de Cintura para minimizar el impacto de la concentración de turismos.

Al contrario que en otras ocasiones, la Operación se activó con cierto retraso, ya que las retenciones también sufrieron una cierta demora. Cuando el trasiego de vehículos hacia el centro de Palma empezó a ser muy significativo, los agentes de la Policía Local se ubicaron en los puntos de mayor afluencia para regular la circulación.

Los alrededores de la Catedral, la plaza de Cort, la de Santa Eulàlia, la plaza Major y la calle Sant Miquel, los epicentros de la afluencia de miles de turistas, escenificaron el colapso que ayer tuvo su cénit al mediodía. Cuando bajaron muchos de los cruceristas de los vientres del Symphony of the Seas, del Queen Elizabeth y el Mein Schiff 6.

"Está a tope. Han empezado tarde pero no paran. Está yendo muy bien", indicó un calesero, apostado junto a la Seu. Media hora de paseo con galera por parte del centro de la ciudad, 30 euros. A euro el minuto al trote lento del coche tirado por caballos.

Frente a la Porta del Mirador, una larga cola de turistas de diferentes nacionalidades, incluso abundancia de asiáticos, se disponían a visitar el templo. Siete euros la entrada.

Los bares cercanos, las heladerías, las terrazas de los hoteles de Cort, algún que otro souvenir y los vendedores y caricaturistas que se asientan en las escalinatas de la Seu, en la entrada a s'Hort del Rei, en la plaza Major son los beneficiarios de la ciudad convertida en mercancía turística, y que desde hace un mes se ha vuelto a convertir en la pesadilla de los vecinos.