"La ciudad que queremos las mujeres no es excluyente, tiene más espacios verdes y menos cemento, iluminada para que de seguridad, sin barreras arquitectónicas y donde por encima de los negocios se prioricen las personas". Son algunas de las ideas que se escucharon en la plaza de Nova Ferreria. Un montón de cajas de cartón escenificaban esa urbe cuyo debate posibilitó el movimiento Ciutat per a qui l'habita no per a qui la visita.

Se escucharon las voces de la arquitecta Cristina Llorente, que recién llegada de Pontevedra, la puso como ejemplo de ciudad "que ha dado un cambio radical y está apostando por una movilidad donde la pirámide se ha invertido; arriba está el peatón y abajo el coche". Como dato curioso indicó que en la ciudad gallega no existen carril bici "porque el respeto es tal que todos circulan por el mismo lugar a velocidades mínimas".

Marusia López expresó que "si la ciudad priorizara el cuidado, la planificación sería distinta, habría más parques, más hospitales, más lugares de encuentro y lo más común serían los espacios verdes".

No faltaron hombres, aunque pocos fueron los que se acercaron. Uno de los invitados a esa ágora de ideas fue Víctor García del desaparecido Jardí d'Epicur, un ejemplo de huerto urbano y colectivo.

"No es una acción excluyente. Es dar voz a quienes no hemos participado de las decisiones que han hecho unas ciudades menos deseables", expresó Marusia López.

La idea es trasladar este debate de la ciudad que quieren las mujeres a otros barrios como Camp Redó, Pere Garau; a los del Casal Petit e invitar a mujeres como las kellys para que "cuenten su realidad", indicó Magdalena Jaume. "Porque las mujeres queremos ciudades donde las condiciones de trabajo sean dignas", añadió.