Es Pil.larí volvió ayer a ser una fiesta, la del panecillo de miga blanca con una raya en medio: el llonguet. La Fira de es Pil·larí que se dedica a este panecillo artesanal mallorquín, y que Cort declaró de "interés municipal" esta misma semana, volvió a contar con el eco de miles de personas que se desplazaron desde distintos puntos de la isla para degustarlo. En dos horas, el horno de can Biel, ya había vendido dos mil llonguets que luego se sirvieron en los bares de esta zona de Palma. En todo el día, se despacharon 17.000 llonguets.

"La feria está consolidada. Lleva cuatro años en marcha cuatro años en marcha y por la afluencia de la gente, por la participación de los hornos y por la calidad y variedad de los llonguets que optan al concurso es justo afirmar que sí, esta afianzada", expresó Josep Magraner, presidente de la Associació de Forners i Pastissers de Balears.

Se habían presentado trece hornos al certamen al mejor llonguet, algunos hechos con variedades de harinas que llegan desde Malta. "Fue muy reñida porque se han presentado variedades curiosas como la de lechona con salsa de higos", indicó Magraner.

Al final el certamen al mejor llonguet lo ganó el hecho en el Forn de can Amer de s'Arenal, por el llonguet de pica pica de pulpo con cebolla. Le siguieron el Forn Nou de sa Vileta y el de La Vida Dolça en Son Ferriol.

La elección se hizo a través de la red social Facebook "para que no haya suspicacias", dijo el presidente de los hornos balears.

Entre veteranos

Se acercó a saludarle Rafel Martí, del Forn Can Rafel de es Pil·larí, que a sus 74 años y con 62 años en el oficio, sigue al pie del cañón. Él empezó a los 12 años y aprendió en Can Gosti de s'Arenal; también estuvo en el ganador horno de Can Amer de s'Arenal. Se mostró satisfecho con el éxito de la feria.

"Es hermoso que se haya promocionado porque el llonguet estaba desapareciendo", dijo. Ambos veteranos de las harinas celebraron una feria que a medida que se disiparon los nubarrones contó con más participación.

Los llonguets también evolucionan. Aquella miga blanca se ha oscurecido o se ha llenado de pecas. El uso de harinas de Malta como el que elaboran en el Forn Paco de Sa Pobla lo convierte en llonguet negro, o picante al añadirles aceite lleno de tap de cortí. No falta la fusión gracias a los llonguets que desde sant Elíes hornean los uruguayos Picconie.