Descalza y vestida con falda larga y camiseta sin mangas, una turista practicó este sábado la escalada en las murallas de Palma ante la sorpresa de los viandantes que pasaban por la calle en aquel momento y no podían dar crédito a lo que hacía esa mujer sobre un monumento protegido.

Ocurrió pasadas las tres y media en la muralla renacentista del Baluard de Sant Pere, cuyo lienzo, del siglo XVIII y catalogado con la máxima protección patrimonial como Bien de Interés Cultural, se levanta en la confluencia entre el Passeig Sagrera y la desembocadura del cauce de sa Riera.

En ningún momento puso su integridad en peligro, porque no escaló más allá del metro y medio con respecto al suelo, pero recorrió prácticamente todo el lienzo de la muralla de lado a lado en algo más de quince minutos de práctica, desde el ángulo de Sagrera, al del Parc de sa Feixina.

No se trataba de una no iniciada. Todo el recorrido lo realizó con mucha pausa y cautela, buscando en los numerosos huecos y hendiduras del muro de piedra el mejor punto de apoyo para cada movimiento de manos y pies, ajena a la expectación que estaba levantando y sumamente concentrada en lo que estaba haciendo.

La escalada libre es una modalidad deportiva en la que el practicante no utiliza ningún tipo de cuerda o equipo que lo asegure. Por eso, cualquier error puede ser fatal.

Para practicarlo hace falta una gran fuerza física y también mental. Pies, piernas, brazos y manos sirven al escalador para ascender, normalmente en paredes naturales de roca o en acantilados junto al mar si se realiza la variante denominada psicoblog, pero no se aconseja convertir un monumento como unas murallas en un rocódromo para entrenar.