Mallorca se encuentra a las puertas de otra temporada turística que se prevé que volverá a batir todos los récords y a romper todos los techos. El año pasado tuvo lugar en septiembre una manifestación (la primera de la historia de Balears) contra la masificación turística: este año la primera protesta no se ha hecho esperar tanto.

Ayer mismo se abrió la veda de las movilizaciones contra "el turismo desmesurado" al amarrar en Palma lo que algunos ven como un símbolo flotante de la intensificación turística: el crucero más grande del mundo, el Symphony of the Seas.

Más de un centenar de personas respondieron a la llamada de la Assemblea 23S en el puerto para protestar contra "los impactos sociales y ambientales" de este buque en particular y del modelo turístico n general, que cada año crece en número de vuelos, de plazas, de escalas de cruceros.

El crucero con capacidad para más de 8.000 personas entre pasajeros y tripulantes, amarró ayer en el puerto palmesano por primera vez y está previsto que visite Mallorca todos los domingos. Ayer hubo encontronazo entre pasajeros y los manifestantes.

A los manifestantes les gustaría que la de ayer fuera la primera y la última visita: "Venimos a decirle 'hola' y 'adiós", aseguró Maria Bover, miembro de Ciutat per a qui l'habita y persona encargada de leer el manifiesto: "Nuestras islas necesitan poner límites a la intensificación del turismo masivo (...) no bajan a consumir en Ciutat, sino a consumir la Ciutat".

Tanto Bover como Amadeu Corbera, presidente del GOB, lamentaron que el Govern haya reconocido que la situación es delicada pero que no vaya más allá de "declaraciones simbólicas" y no haga nada "escudándose en que no tiene competencias".

Corbera instó al Govern a reunirse con Cort, el Consell y Autoridad Portuaria para afrontar el problema y "plantear propuestas". Bover recordó que desde el Consolat de Mar se planteó limitar un número máximo de cruceros al día, pero que ni eso se ha conseguido. El presidente del GOB achacó esta inacción "al miedo o la falta de imaginación" y aventuró que eso "tendrá un coste político".

Los organizadores se mostraron satisfechos con la protesta pese a que solo congregó a algo más de un centenar de personas. Según Corbera el objetivo era "hacer ruido, llamar la atención y plantear el debate". Recordó que es la primera protesta contra los cruceros y auguró un aumento de las movilizaciones y del debate.

En el manifiesto se aseguró, entre otros datos, que el buque con sume en tres días tanta energía como el aeropuerto de Palma en un año: "No queremos este monstruo en nuestro puerto".

Entre los lemas de las pancartas estaban " Ja no hi cabem", " Stoppollution of the seas" o " Stop Cruises Palma". Y entre los lemas coreados, el ya habitual " Palma Ciutat per a qui l'habita, no per a qui la visita" y otro clásico, ahora reformulado para la ocasión: " Mallorca serà la tomba del turisme".