La Empresa Funeraria Municipal (EFM) va a instalar un nuevo horno crematorio en el tanatorio de Bon Sosec con el fin de poder atender "las puntas de servicio", según explicaron la presidenta de la compañía municipal y concejala de Salud de Cort, Antònia Martín y su gerente, Jordi Vilà.

En estos momentos, la funeraria dispone de dos hornos crematorios en el cementerio de Son Valentí y de uno en Bon Sosec. Si se tienen en cuenta las medias de los servicios de incineración que se realizan cada año, estas tres instalaciones son suficientes.

No obstante, según explicó Vilà, se producen "puntas" en determinados momentos del año, como ha ocurrido los pasados enero y febrero, en los que no es posible garantizar que se pueda realizar una incineración en los tres días siguientes al fallecimiento, período de tiempo que se considera adecuado.

Además, Martín indicó que el nuevo horno permitirá atender las necesidades del servicio en el caso de que se produzca alguna avería en los tres hornos actuales o cuando se pare alguno de ellos por cuestiones de mantenimiento. Se va a instalar en el tanatorio de Bon Sosec, cuyo edificio es en un 60% propiedad municipal, porque en las instalaciones de Son Valentí no cabe y, además, no hay posibilidad de ampliación.

El año pasado, del total de 4.227 servicios funerarios realizados por la empresa municipal y otras que también operan en el cementerio, 2.340 fueron incineraciones, lo que supone el 54,8%.

En el acto de presentación de los resultados económicos obtenidos por la empresa en 2017, que se cerró con un beneficio de 1,1 millones y una facturación de 9,5 millones, la nueva presidenta (Martí asumió el cargo en febrero en sustitución de la teniente de alcalde Aurora Jhardi), manifestó que pretende iniciar "una línea más humanista en la empresa con un enfoque que tenga más en cuenta la interculturalidad de la ciudad y que desmitifique la muerte".

Cambio de rumbo

Este "cambio de rumbo" se va a producir "salvaguardando el carácter público de la empresa", que después de encontrarse en 2007 en una situación de quiebra ha conseguido la consolidación y el saneamiento económico.

Tanto Martín como Vilà, defendieron el mantenimiento del carácter público de la empresa, "pese a que estamos en un mercado funerario liberalizado", según puntualizó el gerente.

Según Vilà, si la empresa hubiera privatizado los servicios funerarios como hicieron numerosas ciudades como Madrid o Barcelona, "Cort debería aportar cada año 444.000 euros del coste de la gestión de los cementerios, cuando ahora la empresa aporta a las arcas municipales 100.000 euros al año". Asimismo, afirmó que una gestión privatizada supondría "duplicar el coste actual de los servicios, que ahora se sitúan entre los 1.900 y 4.000 euros, en el caso de las inhumaciones".

Recuperadas 250 unidades de enterramiento

La campaña iniciada por la Funeraria para la recuperación de la concesión de las unidades de enterramiento ya caducadas ha conseguido a lo largo del año pasado que la empresa disponga de 250 unidades de enterramiento. El gerente explicó que se habían remitido 3.680 cartas a los titulares de las sepulturas con los títulos de cesión caducados. A lo largo del presente año se realizará una nueva campaña para la recuperación de oficio de más sepulturas. Un centenar de las recuperadas están afectadas por los nuevos viales que se van a ejecutar en la parte más antigua del cementerio, cuyas obras se licitarán en breve. El resto, tras su limpieza y adecuación probablemente se adjudicarán de nuevo. De esta forma, no se prevén ampliaciones a medo plazo.

Un mural "dignificará" la fosa común

La nueva presidenta de la Funeraria, Antònia Martín, explicó que otro de los proyectos que van a ejecutarse este año consistirá en la colocación de un mural en la fosa común del denominado sector tres del camposanto de Palma, con el fin de "dignificar" este lugar, en cuyo subsuelo se enterraron numerosos cadáveres de personas fusiladas en la Guerra Civil. Los restos enterrados, según el gerente de la empresa, son irrecuperables, entre otros motivos porque cuando se urbanizó este sector se depositaron mezclados en una osera. Desde el mandato de la alcaldesa Aina Calvo una escultura con los restos de las ropas y las pertenencias de las personas fusiladas recuerda a las víctimas en una de estas antiguas fosas comunes.