La tradicional representación de la pasión y muerte de Cristo del Via Crucis de Llorenç MoyàVia Crucis ha atraído este mediodía a centenares de fieles y curiosos hasta las escalinatas de la Seu. El buen tiempo acompañó en este espectáculo religioso que cumple este año su 33 aniversario de la mano del grupo Taula Rodona. Bajo la dirección de Bernat Pujol la dramatización ha contado de nuevo con Àngel Colomer como la figura principal de Jesucristo y Ana García encarnando a la Virgen María.

Desde media hora antes de las doce del mediodía, momento de inicio de la pieza teatral, ya se agolpaban los seguidores del poemario de Moyà en los alrededores de las escaleras de la catedral para coger los mejores puestos desde los que, cámara y móvil en mano, poder alcanzar las adecuadas perspectivas de la escenificación de los catorce sonetos dedicados a cada una de las estaciones de la Pasión de los que está compuesta esta obra dramática sobre el martirio y la crucifixión, escrita por Llorenç Moyà en 1953.

Los fuertes vientos que se han registrado a primeras horas de la mañana preocuparon en un principio al director escénico de la compañía Taula Rodona, Bernat Pujol, pero la meteorología cambió y lució el sol durante la hora que duró el espectáculo.

A golpe de tambor y una música tenebrosa comenzó el montaje teatral que volvió a contar con la voz de Vicky Pieniaceck acompañada de Catalina Sureda, Maria Magdalena Aguiló, Pep Banyo y Mateu Fiol, que relataron los versos de la pasión. El barullo habitual de un día festivo en el barrio catedralicio se tornó en silencio ante las escenas de la madre de Jesús abrazando a su hijo en la cuarta estación o la Verónica, representada por Xisca Sureda secando el rostro del Nazareno con un pañuelo entre voces desgarradoras de fondo.

En contraposición, el canto del Aleluya por la resurrección y La Rosa Assumpta, el Colofó', dedicado a la ascensión de la Mare de Déu, al final de la obra y el reencuentro entre la Virgen y el Cristo resucitado al pie de las escalinatas acompañados de todos los demás personajes bíblicos levantaron los aplausos de un público sobrecogido. Este año, como novedad, se han incorporado dos niñas nuevas al elenco de actores: Aina Borràs y Llúcia Pons sin faltar Joan Vidal, como Cirineu.

Precisamente la estrecha relación dramática entre los espectadores y los actores es uno de las rasgos principales que caracterizan este poemario tal como resaltó su director tras la representación: "Hemos sabido mantener la dramatización original tal y como la concebimos hace más de treinta años. Usamos un gran nivel de improvisación para poder interactuar con un público que se mantiene fiel. Además, la altura de las escalinatas de la Seu aportan una emotividad especial que no se consigue en el interior de una iglesia".

El carácter mallorquín de esta pieza teatral también atrae a residentes y turistas. Entre ellos se encontraba Maria del Carme Segura Salvà, que nació en la calle Vallori de Palma y desde su niñez no ha faltado a la cita. "Venía con mis padres y hoy me acompañan mis hijos. Lo que más me gusta de este poema es que es muy mallorquín". En el otro extremo, desde Canadá, se acercó Paula Brito hasta la Seu. "Me he instalado en la isla hace año y medio. Quería conocer la cultura local y me han recomendado acercarme a las procesiones de Semana Santa y a esta representación".