A finales del siglo XX, en las calles de Canamunt cientos de personas sucumbieron al alcohol y a la heroína. En esas esquinas rotas se les veía con la mirada perdida. Paco Sans se fijó en ellos y apoyado por Catalina Cunill y otros crearon, veinte años atrás, Zaqueo, una asociación que da acogida a marginados sin techo, sin apoyo familiar, los arrojados de la sociedad. La miseria sigue aunque su rostro ha ido mudando de expresión en estos veinte años.

"Doce años ya, caminando juntos, animados por el común empeño de restituir -a semejanza de aquel recaudador de tributos de Jericó, del que tomamos el nombre, a los despojados aquello más elemental que un día les robara la vida, ellos mismos, la sociedad: cobijo, algo que comer y beber, un rescoldo de afecto, posibilidad de lavarse, una sonrisa...", escribió el fundador sobre la razón de ser de la asociación.

Hoy, Zaqueo sigue abierto a todos los desheredados que llaman a su puerta. Voluntarios como Maite Alonso, que lleva 18 años en la asociación; o Mercedes Cubelles, desde hace 6 años, les atienden.

"Al principio les dábamos un bocadillo y leche caliente, y poníamos colchones y podían dormir. Eran los años durísimos de la drogadicción. Después nos cerraron y ya no pudieron quedarse a dormir", cuentan las voluntarias.

Rechazan la palabra "caridad" porque asumen que lo suyo es "un servicio social". La filosofía de la entidad es "cualquiera que venga aquí, entra y come. No ponemos ningún veto, incluso quien puede pagarlo, recibe comida", señala la presidenta Catalina Cunill.

En los recientes años de la crisis, han llegado a atender a 250 personas diarias; aunque se repartía la comida por turnos, y llegaron a darla en fiambreras hasta que "los vecinos protestaron porque encontraban muchos envases tirados". El año pasado dejamos de utilizarlas.

Un día cualquiera, el monitor reparte números a partir de las 15 horas, y entre las 16.00 y las 16.30 se pone mesa y se come. El flujo es continuo. Respiran gracias a la ayuda de 12.000 euros que les dio el IMAS.

Zaqueo ha tenido que luchar contra la incomprensión de quien se sentía amenazado por tener cerca personas excluidas. "Antes de abrir, un representante del hotel vecino quiso negociar nuestro cambio de local, solo que nosotros no podíamos asumir el gasto de alquilar uno, mientras que éste nos lo cede el Obispado. Afortunadamente, la actitud hoy ha cambiado", indican.

El perfil del usuario es mayormente hombre, de media edad, sin trabajo, con problemas de droga y/o alcohol. Están al margen de la sociedad. Solos. Zaqueo les echa un cable. Lleva veinte años haciéndolo.

Reconocidos chefs han cocinado para ellos a iniciativa de Canamunt

La idea de Zaqueo trasciende lindes ya que ha llegado hasta el grupo de chefs solidaris que han querido sumarse. Ellos mismos cocinaron y siete de ellos sirvieron la comida en el local, el pasado 27 de febrero. "A lo mejor repiten", dice la presidenta de la asociación. Se da la circunstancia de que, a iniciativa de la asociación de vecinos de Canamunt, "siempre nos han apoyado", apunta Catalina Cunill. Se ha organizado que una vez al mes, los sábados, los voluntarios que quieran preparan la receta que les han dado chefs como Maria Solivellas, Santi Taura y Tomeu Arbona. Cada persona prepara la receta en su cocina para diez usuario de Zaqueo. La última fue un guiso de sepia "de chuparse los dedos", expresa Catalina Cunill. Ella no olvida la implicación de la vecina Tina Codina, así como de restaurantes de toda Mallorca que les apoyan desde el principio.