Aúltima hora de la tarde del viernes teníamos latín ¡Latín! ¿A quién se le ocurre? El padre Merino se esmeraba en explicarnos el uso de los verbos compuestos de 'sum' en los textos de Salustio mientras nosotros, con la mochila lista y el pupitre limpio desde el mediodía, esperábamos a que sonara el bendito timbre. Cuando esto ocurría, pasábamos por encima del padre Merino como una ciclogénesis explosiva y le dejábamos en el aula vacía con la tiza en la mano y la palabra en la boca.

Minutos más tarde, en el aparcamiento del colegio, comenzaba una ardua negociación acerca de quién bajaba de paquete de quién desde Son Rapinya a Palma. Los envidiados dueños de los Vespinos y sus paquetes bajábamos al centro en caravana, todos sin casco, obviamente.

Es Jonquet, un viernes por la tarde, estaba tan concurrido como una verbena de pueblo. Apenas se podía pasar. A codazos llegábamos hasta el Bar Piscis, aquel antro oscuro y acogedor en el que nos comíamos un bocata, nos tomábamos una caña y nos fumábamos tres Fortuna. No, en aquel limbo que fueron los ochenta tampoco existía ningún tipo de control sobre la venta de alcohol y tabaco a menores.

Tras la merienda, nos dirigíamos a la gran bifurcación, en la que había que decidirse por una de las dos discotecas más populares del barrio: Abraxas o Babbel's, las dos funcionando en los molinos harineros varias veces centenarios que hacían equilibrios sobre el frágil talud.

Los chavales de los colegios de Son Rapinya y de los institutos nos decantábamos por Babbel's, que funcionaba como una pequeña sucursal de la Movida madrileña en Palma. Había que vernos, vestidos todos de negro, con los abrigos del abuelo y bailando sin movernos de una baldosa, "cogiendo caracoles", como decía mi padre para burlarse de nuestro depurado estilo.

Los "mayores", los que ya tenían diecisiete o dieciocho años, solían entrar en Abraxas, donde el ambiente y la música eran genuinamente "disco". Ambas discotecas ofrecían las mejores vistas sobre el Paseo Marítimo y era un espectáculo ver atardecer sobre la bahía mientras sonaba a todo volumen Escuela de calor o Para ti o Chica de ayer. Agitábamos nuestros vasos de tubo, nos reíamos explosivamente y pensábamos que aquello no terminaría nunca.