La antigua cárcel quiere abrir sus puertas, eliminar sus rejas y alambradas y llenar sus celdas de creatividad. Los cerca de 12.000 metros cuadrados abandonados desde hace más de una década buscan reinventarse y el equipo de Cort convocará para ello un concurso de proyectos. Plantea transformar el viejo edificio de la barriada de Cas Capiscol en un centro de cultura y creación, tal como ya existe en otros antiguos recintos penitenciarios y espacios en desuso de la península.

La necesidad de lugares para desarrollar todo tipo de iniciativas creativas ha llevado a las áreas de Cultura y Urbanismo a impulsar el concurso público, cuyas bases están redactando actualmente y prevén sacar a licitación durante el verano para tener el proyecto adjudicado a final de año, según avanzan desde el Ayuntamiento. Explican que las ideas básicas de la convocatoria son que quienes se presenten deben proponer un proyecto de gestión del espacio municipal junto a uno de reforma arquitectónica donde se incluya la dotación de viviendas a precios asequibles.

A partir de ahí, tienen libertad para ofrecer contenido, siempre relacionado con la creatividad. Como los reclusos que habitaron la antigua prisión, el inmueble ubicado al final de la calle Alfons el Magnànim, junto a la carretera de Sóller, quiere una segunda oportunidad. Para que no haya que esperar mucho más tiempo, Cort pide a quienes se presenten al concurso que planifiquen una reapertura por fases. El equipo de gobierno cuenta con una partida de 650.000 euros destinada a la puesta en funcionamiento, de los que 50.000 son para el proyecto ganador y el resto para adecentar las instalaciones pertenecientes al consistorio desde el año 2006. Además, en una zona del recinto se ubicará el Centro de Arte y Creación (CAC), que también es municipal y se trasladará desde ses Voltes porque junto al Parc de la Mar se instalará parte del futuro museo marítimo.

Durante los más de diez años de abandono tras la marcha de los últimos reclusos de tercer grado, la antigua cárcel ha acogido una muestra de microteatro, en 2011, y ha servido para hacer una obra artística basada en el testimonio de siete internos. Ahora pretende continuar la misma línea creativa aglutinando en sus 11.791 metros cuadrados diferentes disciplinas relacionadas con dicho ámbito y las demás iniciativas de quienes gestionen el recinto en el futuro.

Som sa Presó

En ellas hay cabida para talleres, mercados, pop up, coworking, una cantina, locales de ensayo para grupos, festivales, conciertos en directo, conferencias, ferias de muestras, exposiciones, espacios de reunión y todo aquello que dé una segunda vida creativa al viejo edificio junto a la vía de cintura. Esta enumeración es propuesta por un grupo de colectivos que se han unido y coordinado bajo el nombre Som sa Presó. "En Palma hay mucho talento que necesita espacios donde desarrollarse y nos hemos unido para reivindicar la utilización de recintos públicos vacíos, como la antigua cárcel, y que puedan ser aprovechados por toda la ciudadanía", destaca Sonia Bové, una de las impulsoras de Som sa Presó.

También es socia de In Progress con Jesús Ruesgas y comenzaron dando una segunda oportunidad a los objetos para poco después organizar el mercadillo Tira'm els trastos, que se ha celebrado una veintena de veces en diferentes barrios de Ciutat. A partir de ahí contactaron con otros colectivos creativos y surgió la idea de buscar un emplazamiento. La entidad coordinadora está formada por ellos, JAM (Joves Arquitectes de Mallorca), Orgull Llonguet, Run Run Cultura en Acció, Festival Món de Sons, la asociación Jane's Walk Palma y colectivos del sector audiovisual, el diseño de moda, el gastronómico y las antigüedades. También han contactado con la asociación de vecinos de Cas Capiscol, una barriada que carece de equipamientos públicos.

El arquitecto Lluís Gener explica que el centro penitenciario tiene dos aspectos "muy interesantes: A nivel urbanístico, funciona como una rótula entre el casco antiguo y la UIB y está comunicado con la vía de cintura y la carretera de Sóller, lo que puede ayudar a descentralizar las actividades culturales. En cuanto a la construcción, se halla en buenas condiciones y tiene tanto espacios pequeños -las celdas- como grandes -los patios y otras zonas comunes-". Ello permite "una gran versatilidad y un gran potencial, porque se pueden plantear muchos usos y muy flexibles", tal como dice el miembro de JAM.

Por ejemplo, para el músico Xus Sastre, una necesidad que este edificio puede solventar es la creación de locales de ensayo para grupos en las celdas, así como espacios en los que poder celebrar conciertos, ciclos de música y festivales, pide el presidente de la entidad Run Run Cultura en Acció. Cada colectivo integrado en la coordinadora Som sa Presó tiene sus propias propuestas, como la de "realizar ferias gastronómicas y talleres de elaboración de vino, queso o cerveza artesanal. Hay muchas ideas y actividades que se pueden desarrollar aquí, ya que es un lugar idóneo por su amplitud y buenas conexiones", afirma el representante gastronómico, Llorenç Fiol. Los diseñadores de moda también tienen una gran necesidad de espacio, bien sea para celebrar pasarelas o porque muchos trabajan en casa, añade María José Orell.

"Es un proyecto transversal, donde cada colectivo realiza su actividad pero se complementa y se nutre de los demás", argumenta Ruesgas. Por ahora la propuesta está en construcción, aunque la vieja cárcel ya tiene muchas ideas creativas para empezar a eliminar rejas y alambradas.