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Palma a palma

Nuevos Romeos

El fumador consume en el balcón su dosis de nicotina con cierto fatalismo, ya que Julieta no vendrá a buscarle

Nuevos Romeos

La nueva normativa del tabaco ha tenido efectos sociales de envergadura. Uno de ellos es altamente melancólico. Se trata de los Romeos balconistas. Ya se sabe que la historia del amor imposible entre Romeo y Julieta tenía en el balcón uno de sus escenarios. Lugar de espera y desespero. De requerimiento y tristeza.

Pues bien, en estas tardes gélidas de invierno, nuestras calles se llenan de Romeos solitarios. Gentes que con aire ausente fuman asomados al balcón. Para no llenar el piso de humo. Desafiando incluso las bajas temperaturas, la incomodidad y la soledad de ese balcón deshabitado. Desde el cual parece que esperen a una Julieta que nunca llegará.

Algunos balconistas van vestidos de calle. Otros se colocan simplemente un abrigo. Mientras que también contemplas a fumadores ensimismados que simplemente van en bata y en pantuflas. Porque al fin y al cabo no han salido de su casa.

Las inclemencias del tiempo, los ruidos callejeros, la insensibilidad de todos cuantos pasan. Es un escenario que resume muy bien esa unicidad del hombre contemporáneo. Que hoy en día está más comunicado que nunca con los demás y el resto del mundo, pero más incomunicado que nunca consigo mismo.

El acto de fumar en el balcón no es igual que el hacerlo en el comedor, en un bar o en un despacho. Es un fumar desnudo, esencial. Ya no se trata de hablar, beber un vaso de vino, bromear entre los vapores del alcohol y el humo de los cigarros, como en los tiempos de la tertulia del Riskal.

Ahora el fumador se concentra únicamente en su churripeteo tabaquil. El mundo le parece ausente, vacío. Consume su dosis de nicotina con cierto fatalismo. Consciente de que Julieta no vendrá a buscarle.

Porque ignora que, finalmente, Julieta es él mismo.

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