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Sa Torreta

Palma, una carrera de obstáculos

Salto de banco en los años 80 en Santa Catalina. Torrelló

Todo vuelve en esta vida. A veces se nos presenta con otro disfraz, pero la esencia no cambia aunque pasen los años o las décadas.

Palma es para el peatón una ciudad de obstáculos. Apenas se adentra en la jungla de la calle se topa con los ciclistas que consideran la acera su hábitat natural, pese a que el Código de Circulación los condena al asfalto de la calzada. No solo creen, en su ignorancia, que están colmados de razón, sino que osan increpar al paseante que les afea el camino.

Apenas superado el enfrentamiento con el ciclista debe evitarse la mierda de perro que el dueño no ha recogido. Este ejercicio no requiere un gran esfuerzo físico, dada la escasa altura del obstáculo, pero ejercita la agudeza visual y una agilidad de piernas digna Fred Astaire.

El campo de juego callejero incrementa la dificultad a medida que el competidor va acumulando el cansancio en las piernas. Sortear farolas, postes de electricidad y señales de tráfico sembradas en mitad de aceras de apenas medio metro de ancho es una prueba con solera, pero siempre efectiva para calibrar el estado de forma del competidor.

Lo peor llega cuando, después de vencerlas por los pelos, uno se enfrenta a la traicionera baldosa levantada; a la obra, sus contenedores de hormigón y sus sacos de cemento y a los coches aparcados en las esquinas por las que se cruza al otro lado de la calle. Si se esquiva el vehículo aparcado, los más probable es que no se evite el susto con el que viene por la calzada.

La última prueba introducida en la competición callejera es la de las terrazas de los bares. Establecimientos minúsculos que asientan su negocio sobre el terreno público. La privatización del territorio del paseante va mucho más allá de la lógica. No se trata de unas pocas mesas plantadas en la calle, sino de que quien pasea es considerado como un intruso en un coto de caza privado.

Volvamos al principio. Observe la foto de Torrelló. ¿Alguien puede superar tanto banco y papelera en la Santa Catalina de los años 80? La diferencia: antes los obstáculos eran municipales y ahora privados.

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