Diario de Mallorca

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Crónica de antaño

El señor de la Bolsa de Oro

Casa del marqués del Palmer, en la calle Sol. B. ramon

Cuando en 1434 falleció Luis III de Anjou, su hermano Renato fue proclamado heredero al trono de Nápoles. Sin embargo, el papa Eugenio IV no aprobó dicha elección. Fue en esos momentos que el rey de Aragón Alfonso V, el Magnánimo, vio el momento de conquistar el reino napolitano. Reaccionó enseguida, reclamó la ayuda de sus hermanos, reunieron sus huestes y se dispusieron al combate. Pronto tomaron Capua y luego sitiaron Gaeta. La respuesta de los enemigos de la Corona de Aragón no se hizo esperar: los genoveses acudieron al auxilio de Gaeta. La calamidad llegó el 4 de agosto de 1435 frente a las costas de la isla de Ponza, lugar en que tras una cruenta batalla naval, el rey Alfonso cayó prisionero de los genoveses y estos lo entregaron a un poderoso enemigo de la Corona: Filippo Maria Visconti, el taimado duque de Milán. Ante tal afrenta, la Corona reclamó la ayuda de todos sus territorios. Presto acudieron los reinos de Aragón, Valencia y Mallorca; y también lo hizo Cataluña. Se les comunicó la reclamación de 70.000 ducados por el rescate del rey. Fue en esos momentos que entró en escena nuestro protagonista: Pere Dezcallar ('Dez Catlar' o 'Descatlar' en la lengua de los antiguos; 'Catlar' en lenguaje coloquial) y Santacoloma, miembro por aquel entonces de la corte del Rey. Tal como nos recuerda Pedro Dezcallar Alomar en su Genealogía de la familia Dezcallar (del año 1002 al 1983) esta familia era oriunda de Cataluña. Del tronco catalán surgió en el siglo XIII la rama mallorquina, que fundó su propia Casa y heráldica en la isla. Fue Ponç Dezcallar el genearca que recaló en Mallorca hacia el año 1285, convirtiéndose Massanella en su solar y posesión más importante. Pere Dezcallar y Dezcallar, padre de nuestro protagonista, en 1408 poseyó la cavalleria des Palmer (en la actual Colònia de Sant Jordi). Su hijo, Pere Dezcallar y Santacoloma, primogénito y cabeza de su linaje, se casó con Agnès Abrí, hija única y heredera de su Casa, por lo que los Dezcallar recibieron un importante fideicomiso que les reforzó económicamente. Con este matrimonio Pere se comprometía, para con él y sus descendientes primogénitos, anteponer el linaje y armas heráldicas de Abrí al suyo propio, por eso desde entonces los jefes de esta Casa siempre se intitularon Abrí-Dezcallar. A todos estos datos familiares se debe añadir que nuestro protagonista también fue Jurat en Cap de la Universidad de la Ciudad y Reino de Mallorca; Procurador Real de Mallorca; Consejero de Estado, alcaide del indómito castillo de Alaró? y, en palabras del historiador José Ramis de Ayreflor, "jefe de su Bando, gran rival de Pablo Sureda y de Moyá". Efectivamente, siglos antes de que aparecieran las disputas de Canamunts y Canavalls, ya existieron bandosidades en la isla. Durante el siglo XV, dos eran los grupos enfrentados: los de la Almudaina y los del Call. Estos nombres referían al barrio que habitaban los jefes de cada bando. Arnau Sureda, padre de Pablo y oriundo de Manacor, se había trasladado a vivir a la calle Almudaina de Palma; mientras que los Dezcallar vivían en la calle Sol, en pleno corazón del Call, es decir, del antiguo barrio judío. Suredas y Dametos eran del partido de la Almudaina; mientras Dezcallar, Albertí y Puigdorfilas, se alineaban en el partido del Call. Otras familias como los Pacs y los Santjoan tenían miembros en los dos bandos.

Pues bien, en 1435 Pere Abrí-Dezcallar y Santacoloma dio 7.500 florines de oro de Aragón a la Corona para que fuesen entregados a los genoveses como parte del rescate del rey. Tras ser liberado, Alfonso el Magnánimo quiso agraciar a Dezcallar por el gesto que había tenido; por ello, el 25 de agosto de 1436, lo nombró " consiliarium et algutzirum maiorem nostrum, militem". En ese mismo documento -publicado por Bartomeu Font Obrador, cronista de Llucmajor- el rey reconocía el dinero recibido del caballero mallorquín - vestris peccuniis-, para obtener su libertad - pro liberacione persone nostre-. Aparte de este nombramiento, el rey le concedió, mediante una Real Orden, el privilegio feudal sobre los diezmos del trigo, del vino, de las legumbres, del aceite, del ganado y otros derechos reales, que el Real Patrimonio obtenía de la villa de Llucmajor. El procurador real, Llàtzer de Lloscos, quedó sorprendido al enterarse de los privilegios otorgados a Pere Abrí-Dezcallar. El funcionario real enseguida advirtió que estas concesiones vulneraban las franquicias y privilegios del reino de Mallorca. Pronto corrió la voz por Llucmajor. La noticia fue acogida con auténtico pavor, pues que un Dezcallar se pudiese convertir en señor feudal de la villa suponía mermar las libertades de sus habitantes. Además en ese término algunas de las familias del bando enemigo de la Almudaina tenían importantes posesiones, tal era el caso, por ejemplo, de los Suredas propietarios de la finca de S'Àguila; por lo que una pequeña guerra civil se cernía sobre aquella comarca. Para ser breves, pues el litigio duró algunos años, tanto los jurados de la Universidad de la Ciudad y Reino de Mallorca, como los vecinos de Llucmajor protestaron enérgicamente al gobernador ante tales privilegios, aunque todo fue inútil. El rey se mostró inflexible y ordenó que se aplicase la Real Orden para que las gentes de Llucmajor rindieran homenaje de fidelidad y vasallaje a su nuevo señor. Desde Palma se trasladó una comitiva, encabezada por el gobernador, hacia Llucmajor para ejecutar la Real Orden. Enterados los llucmajorers, se organizaron y, capitaneados por su bayle Antoni Mut, salieron armados al encuentro de la comitiva del gobernador, concretamente se trasladaron hasta el límite del término municipal, junto a una nava. Y fue allí mismo que el bayle Mut marcó con su vara de mando una raya en la tierra polvorosa y dio a conocer un pregón por el cual se instaba que "no fuese alguno de aquellos Ministros ni de su comitiva que pasasse la ralla que hizo en tierra con la Real vara baxo pena de la vida". El paborde Guillermo Tarrassa dejó escrito en su crónica que "túbose allí contienda, pero viendo los Ministros aquella tan fuerte oposición, y temerosos de no quedar allí víctimas del denuedo en que defendían el paso los de Llucmajor se restituieron temerosos a la ciudad". Desde aquel día aquel lugar fue conocido como "sa Coma Pregona", en honor al intrépido pregón de Mut. Ante tal oposición, el rey reconsideró su posición y el 19 de mayo de 1439 suspendió su Real Privilegio otorgado a Pere Abrí-Dezcallar. A cambio, el bayle Antoni Mut, mediante el impuesto de 'talla', entregó al rey la misma suma de dinero que éste había recibido años atrás de Dezcallar.

En 1442, Alfonso el Magnánimo recompensó finalmente a Pere Abrí-Dezcallar con el título hereditario de Señor de la Bolsa de Oro, de la Casa de la Moneda de Mallorca. Ello significaba recibir una renta de dos mil florines que proporcionaban los derechos y regalías reales de la ceca de Mallorca. La ceca real ( seca reial en mallorquín) había sido creada por el rey Sancho I en 1315. Los reyes de Aragón la ratificaron y la desarrollaron, tal como hizo Martín I que otorgó jurisdicción propia para sus miembros.

El señorío de la Bolsa de Oro fue ostentado por la familia Dezcallar durante siglos y manteniendo siempre la fábrica de moneda en su casa solariega de la calle Sol. A principios del siglo XVIII, en el contexto de la Guerra de Sucesión, el a rchiduque de Austria Carlos otorgó el título de marqués del Palmer a Guillermo Abrí-Dezcallar y Serralta, título que luego no sería reconocido por Felipe V. En 1787 la ceca mallorquina fue clausurada, pues a partir de entonces la acuñación de moneda pasó a ser competencia exclusiva del Estado. Guillermo Abrí-Dezcallar y de Oleza (1746-1801) fue el último Señor de la Bolsa de Oro y aunque vio desaparecer la vieja institución de la ceca, el rey le mantuvo los antiguos privilegios otorgados a su antepasado Pere Abrí-Dezcallar y Santacoloma hasta su muerte, acaecida en los albores del siglo XIX. En compensación por la pérdida de este antigua dignidad medieval, en 1817 Fernando VII concedió de nuevo el título de marqués del Palmer a Jordi Abrí-Dezcallar, bisnieto de Guillermo, último señor de la Bolsa de Oro. Tras el fallecimiento sin sucesión de Jaime Abrí-Dezcallar y Manchibarrena (1928-1980) quedó extinguido el tronco principal de la Casa Dezcallar, la cual había sido continuada sin interrupción durante 695 años. Por ello, la representación de la Casa y título de marqués del Palmer pasaron a su hermana Pilar, sucediéndole en la actualidad su primogénita.

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