El 30% del garballó, el palmito autóctono de Baleares protegido, que hay en zonas verdes públicas de Palma está afectado por la oruga Paysandisia archonPaysandisia archon. Esta plaga y la del picudo rojo ponen en peligro el paisaje de Ciutat, coinciden en afirmar Joan Mateu, experto en asistencia técnica para el control de estas dos plagas, y Jaume Fiol, representante de la Associació Balear de l'Arbre.

La primera prospección sobre el daño de la oruga perforadora del palmito en jardines públicos de Palma ha dado ese 30% de ejemplares afectados y, aunque desde el Ayuntamiento no se ha facilitado el número exacto de garballons, se trata de las primeras cifras de referencia en la jardinería municipal, destaca Mateu, por lo que todavía no es posible analizar si la plaga está remitiendo.

La Paysandisia se introdujo en Balears en 2002 por Pollença, en los jardines del Hotel Formentor, a través de plantas ornamentales. Desde ese momento, la plaga se ha ido extendiendo y Palma no ha sido una excepción. Las previsiones de la conselleria de Medio Ambiente son que en 20 o 25 años pueda provocar la desaparición de los palmitos.

En cuanto a la segunda plaga que afecta a las palmeras, el picudo rojo, su evolución es de disminución constante en Palma, tanto porque la población de este insecto y el número de palmeras canarias han ido a menos, asegura Joan Mateu. Aun así, desde 2012, solo en Palma, se ha ordenado la destrucción de 2.532 palmeras en la incineradora de Tirme tanto de zonas públicas como privadas. Otras no se han llegado a destruir y también las hay que no se han detectado, comenta Joan Mateu. En 2012, en Ciutat había unas 30.000 palmeras, de las que 3.000 eran de titularidad municipal.

La disminución del picudo rojo se debe a los controles por parte de entidades públicas y particulares, explica el técnico. Este insecto tiene predilección por las palmeras canarias, pero también afecta a la datilera y a la whasingtonia, aunque no son su objetivo predilecto, remarca Mateu.

El principal problema de esta plaga, además de acabar con la población de palmeras, es que afecta al tronco "y puede comprometer la estabilidad del árbol", comenta Joan Mateu.

Él y Jaume Fiol remarcan la importancia de que los propietarios de palmeras controlen la aparición de alguna plaga, porque "se compromete la imagen de Palma".