A seis días de la fiesta grande de la ciudad, Sant Sebastià prendió en los barrios gracias al santo de los animales, Sant Antoni, anoche objeto de culto también en Palma. Del Coll d'en Rabassa al Secar de la Real, del corazón del centro histórico a los periféricos, entre sa Feixina y Son Rapinya, la avanzadilla de la revetla del 19, fue ayer también una fiesta de fuego. No faltaron los dimonis con sus piruetas de susto para los niños y su alocada alegría que se contagió entre los adultos.

Como las del dimoni coller, recuperado en el barrio del Coll d'en Rabassa tras setenta años de ausencia de la 'pista de baile'. Para los vecinos “es patrimonio del barrio”, indicó Joan Manel Mulet, mientras preparaba la mesa con las viandas. “Este demonio sencillo en un barrio de picapedreros recuerda en su lucha con el sant Antoni, patrón de los animales, el pasado agrícola del barrio”, indicó Pere Galiana. Los niños del barrio no dejaron de tirarle de los ropajes. Los mayores se lanzaron a las calles a jalearlo y celebrar sus destellos junto a los dimonis de Kinfumfà.

La plaza Alexander Fleming fue madrugadora en su festejo ya que arrancaron con juegos para los niños hasta la salida de los demonios y el encendido del foguerón.

Con el avance de la tarde noche, los foguerons habían logrado las brasas necesarias para las asaduras de la longanizas, la butifarra y el lomo, en una auténtica celebración de las virtudes del cerdo.

La plataforma Salvem sa Feixina también le salió al quite al santo y junto a los vecinos de Santa Catalina montaron una fiesta reivindicativa.

En la mayoría de plazas de los barrios como es Pil·larí, Secar de la Real y Son Rapinya se cerró la jornada con baile como anticipo de este Sant Sebastià que ayer ya prendió en las barriadas.