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Sa Torreta

La heráldica puede ser entretenida

Retrato de Jaume I que se conserva en el Ayuntamiento de Palma.

¿Un libro sobre heráldica? Menudo peñazo. Solo lo leerán cuatro especialistas sin nada que hacer en todo el día y que ni siquiera son capaces de disfrutar del dolce far niente ¿Un libro sobre los escudos de los reyes de Mallorca? Vaya, más leña al incendio de barras, castellets y franjas moradas o azules en la que se enzarzan otro puñado de desenfeinats, aunque en este caso suelen tener ínfulas políticas o de historiadores aficionados sin pedigrí ni conocimientos.

Estábamos todos equivocados. Bartomeu Bestard, cronista de Palma y colaborador de este diario, acaba de publicar L'escut del rei. Història de la Casa Reial de Mallorca a través de la seva heràldica. No solo es un libro documentadísimo y clarificador, también es muy entretenido y se lee como si se tratara de una novela.

El autor se ha investido del periodista que narra unos hechos que se prolongan a lo largo de un milenio. Haciendo honor a su cargo municipal opta por la crónica, un género híbrido en la redacción periodística, que participa a la vez de los rasgos de las formas informativas y de las interpretativas, con un predominio de las primeras sobre las segundas.

La narración del nacimiento de la heráldica parece el guión de una película en la que se filma una batalla medieval de incierto final. La apertura en 1982 del sarcófago de Ermessenda de Carcassona, esposa de Ramon Berenguer II, se cuenta como un capítulo de CSI Girona, aunque sin Puigdemont. La entrada de Pere el Gran y Jaume II de Mallorca en Tolosa sería un digno documental de viajes de la 2.

Sin embargo, la fluidez del texto y los guiños narrativos a los lectores no restan un ápice de rigor al contenido.

Al contrario, quienes gustan de discutir si son galgos o podencos o si las barras de la bandera o los escudos de Mallorca son tres, cuatro o hasta seis tendrán que callar salvo riesgo de hacer el ridículo, porque, con independencia del número, el origen siempre está en el Condado de Barcelona.

Bartomeu Bestard logra en este libro el más difícil todavía: educarnos sin aburrirnos soberanamente.

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