A Fátima de Juan Lliteras -Palma, 1984- le ponen las paredes. Desde que tenía 16 años, y sentía "curiosidad" por el mundo del grafiti, empezó a pintar en la calle. "Iba a pasear con mi abuela cerca de la zona de Gesa y al ver el muro alucinaba, ¡era lo máximo! En cuanto tuve un poco de dinero, fui a comprar pintura y me puse a pintar en una vieja pared de un torrente". Hoy traspasa fronteras. La llaman desde Canadá, Milán, Japón. Es ilustradora y diseñadora gráfica, y ha descontextualizado el grafiti trasladándolo a objetos cotidianos.

Bajo el alias Xena, se presenta como "amazona del espray". En un mundo que también está masculinizado, la ilustradora apuesta por hacer de su arte un arma en el que "la mujer se muestre fuerte, empoderada". En la plaza Gomila hay un mural que ella y su hermana Gracia pintaron en 2015. "Fue un evento autogestionado que hicimos por el Día de la Mujer".

Líneas que acaban en flechas, rayos, mujeres sensuales, brujas, pueblan su universo en un imaginario que bebe del "grafiti de los años 70, de la ilustración, el cómic, el arte naïf, el cartoon", pero donde no reconoce "un nombre concreto".

Rotunda, de entrada te lanza un directo: "A mí el concepto del arte urbano no me representa".

¿Por qué?

No es de mi tiempo. Me suena a picajoso. Existen dos corrientes, una supercrítica de pintadas ilegales y la otra, más benevolente, como una versión edulcorada y amable del grafiti. La apuesta que hacen los ayuntamientos nos genera mucha controversia.

Desde que el arte callejero ha entrado en los museos, no hay nada que hacer. ¿Es normalizar o domesticar?

Creo que el arte urbano está siendo un lavado de cara de los barrios que al final genera decorados de cartón piedra. Así se domestica para estar a merced de las asociaciones de vecinos. En cuanto a la entrada en los museos, el caso de la subasta montada en Nueva York de un trozo de muro con un supuesto Bansky en Londres, que al final fue cancelada, te da una idea.

¿Qué ha pasado con la petición de liberar paredes?

Llevamos años pidiendo que se liberen muros, pero dicen que no hay. Vienen pintores de fuera, y entonces sí los encuentran. Nosotros no queremos que se haga un lavado de cara por fuera; ha de ser más profundo. Hay que potenciar a los artistas locales, hacerles sentir que tienen un espacio en su ciudad. Las personas que gestionan no tienen criterio artístico, y no cuentan con nosotros. Vivimos en una ciudad de cartón piedra. A diferencia de ciudades como Hamburgo, donde sí hay lugares públicos donde pintar, aquí tenemos que buscarnos la vida.

Y pese a ello, ¿hay un buen nivel artístico?

Hay mucho talento debajo de las baldosas.

La veo muy sesenta y ochista. Dice que el arte urbano no la representa, ¿qué lo hace, qué es para usted el arte callejero?

Es pintar en la pared con espray pero como acto de rebeldía que se sirve del espacio público. Yo no hago pintadas políticas, pero creo que el arte tiene que provocar. No me vale que guste a todos.

No me dirá que todo lo que está en las paredes es arte.

Claro que no, pero también lo que algunos llaman macarra es por desconocimiento del lenguaje. Es como cuando descalifican la música punk. Te puede gustar o no, pero es música. Creo que cuanto más se penalice el grafiti, será peor, generará más bombing.

Entre ustedes existe un código de respeto. ¿Se respeta?

¡Claro! Hay escasez de paredes y de sitios para pintar, pero hay respeto, aunque el arte callejero ya tiene muy asumido que puede llegar otro y pintar al lado, o encima. Otra cosa es que hay que descontextualizar el arte callejero de lo que hacen algunos niñatos.

¿Cómo conviven Fátima y Xena?

Muy bien. Era mi heroína de pequeña. En el arte, hay más presencia de hombres, por eso yo defiendo el poder de la mujer por necesidad de romper con lo establecido.

¿Cree que hay un grafiti de mujeres y otro de hombres?

No creo, pero sí que hay pocas mujeres aunque cada vez tienen más peso. Imagino que cuando eres niña, el grafiti no está en tus intereses, y si los tienes, son pocos los que te apoyan. Creo que en los últimos diez años estos ha cambiado, y aunque a mí me gustan menos ellas, están haciendo un trabajo con más tesón.

Los escritores tienen miedo a la hoja o pantalla en blanco; los pintores, al lienzo vacío. ¿Cómo se enfrenta usted a la pared?

Depende. A veces empiezo con un boceto de papel, otras veces pintas y luego lo tapas. ¡Es pura catarsis! Además, un muro es un gimnasio. Hay que estar en forma para enfrentarse a un mural de metros.

De Mallorca a Canadá, al Rust Magic Festival de Edmonton, y pronto a Milán y a una galería de Tokio. ¿Las paredes tienen eco?

Me llamaron, pagaron billete, gastos y material, ¡lo que toca! La gente fuera de España tiene otra mentalidad. No me pidieron ni boceto solo que no fuera ofensivo. Trabajé en una pared de un particular de 26 por nueve metros de alto. Allí convivimos artistas de distintas tendencias, edades, y en ese encuentro te das cuenta de cómo maduran esas cosas. Es importante tener referentes.

La grandeza del grafiti es su carácter efímero que el mercado, aun así, se empeña en convertir en mercancía. (Lo que ya ha comentado de Bansky). ¿Lo cree así o le molesta que su obra dure poco?

Parte de su belleza es que es efímero. Si alguien después te pinta encima es una manera de desinmovilizar.

En un vistazo rápido, sus grafitis tienen cierto aire infantil. Después uno rasca y se topa con el lado oscuro de Fátima de Juan. Sus Guetto Witches.

Sí, me gusta el cómic y se nota en mi obra. En cuanto a las brujas es que me mola lo místico, la astrología; además quise quitarle peso negativo a la bruja. Era un mix de esa mística y periferia. La magia está en la mente.

¿Diría que hace grafiti feminista?

El tema de la mujer surge desde el subconsciente. A través de valores estéticos, surge un canon de mujer que me representa. Es una mujer fuerte. Estoy en contra de la mujer europea, lánguida, chunga. ¡Veo a Serena Williams y alucino. Es el top de la mujer!

Sus mujeres además tienen garras. ¿Al ataque?

¡Son guerreras, musculosas, están empoderadas!

¿Admira a algún colega de la isla?

¡Me gusta la obra de Grip Face y la de Banek es brutal.