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Análisis

El alcalde no encuentra piso

Y si el alcalde no encuentra piso, imagínense ustedes el resto de los mortales. Las cosas están así de mal, con un mercado...

El alcalde no encuentra piso

Y si el alcalde no encuentra piso, imagínense ustedes el resto de los mortales. Las cosas están así de mal, con un mercado inmobiliario de alquileres recalentado y las familias más humildes sufriendo la onda expansiva de esta ciudad que es la bomba para nuestros ricos visitantes, que desean ser residentes.

Como toda la maquinaria municipal (con sus funcionarios , sus recursos y su información) se muestra impotente para obtener viviendas que facilitar a los colectivos vulnerables a un precio asequible, pues dejaremos de hacerlo. Que se busquen la vida, y si encuentran un rincón, les pagamos una parte. Y no intervenimos con políticas valientes que frenen el desenfreno, que el mercado libre es sagrado. El progresismo se ha vuelto de lo más cómodo. Los pisos de los bancos siguen donde estaban. Los pisos vacíos continúan como estaban. Cada cual ha de procurarse la república independiente de su casa, al precio que los jubilados nórdicos deseen fijar.

Se destinan muy pocos recursos públicos a garantizar el derecho a un techo digno, estamos a años luz de otras ciudades de Europa. La promesa de construir por fin, tras años de sequía, viviendas protegidas para alquilar no verá el primer cemento esta legislatura. Así las cosas, ser inquilino hoy día supone ir de susto en desdicha a la búsqueda de un lugar cuyo propietario no esté esperando convertir su cuarto sin ascensor en un hotelito cuco. Un gran momento para que Palma Habitada se mude a otros menesteres.

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