"Pasaba también largas horas en el pequeño claustro gótico de San Francisco. Su fina y preciosa columnata lucía tan dorada como los antiguos monumentos de España. En el patio, adelfas, falsos pimenteros, un pozo de hierro forjado del que colgaba una larga cuchara de metal oxidado. Los transeúntes bebían. A veces también recuerdo el ruido claro que hacía al caer sobre la piedra del pozo. Sin embargo, no era la dulzura de la vida lo que este claustro me mostraba. En las batidas secas de los vuelos de las palomas, el silencio a menudo acurrucado en medio del jardín, en el chirriar de la cadena del pozo, yo encontraba un sabor nuevo y familiar".
Albert Camus, visita Mallorca en 1935, escribe el ensayo ´El amor de la vida´ dentro de ´L´envers et l´endroit´, publicado en 1937.
El premio nobel francés nació en Argelia. Fue criado por su abuela y su madre menorquinas, que jamás pudieron aprender a leer y escribir. En Palma visitó los cabarets canallas de las inmediaciones de sa Gerreria y la paz de los conventos. El claustro de Sant Francesc le impresionó. Ocho décadas después de su visita, la fina columnata sigue igual de hermosa. Las plantas han crecido dentro del cuadrado irregular y proporcionan frescor en los meses de verano.
Fue construido entre1287 y 1390. Es el único claustro medieval que en la actualidad sigue completo. Fue utilizado como enterramiento por las familias nobles. Conserva lápidas funerarias y emblemas heráldicos.
En este mismo lugar se firmó la paz entre Canamunts y Canavalls en 1632. Pero también fue escenario del enfrentamiento entre Espanyols y Armadans del día de difuntos de 1490, que salpicó de sangre los muros conventuales.
El cualquier caso, Camus se encontró un claustro que aún emana paz, incluso entre el tumulto infantil del colegio. Un claustro que conserva el pozo con el que se daba de beber al sediento.
