Pepita Matas y su hija Carmen Rojas se sorprendieron cuando una tarde al sacar sus sillas a la calle fueron reprendidas por su vecina al denunciar que ocupaban ilegalmente el espacio público. Para evitar conflictos, la madre fue a Cort y allí el funcionario de turno le selló el permiso. No daba más que conformidad legal a un protocolo que es costumbre mediterránea, salir a tomar la fresca a la calle cuando el día declina y con él, la calor. Allí en corro o en hilera, con sillas de tijera o de playa, se enhebran las conversaciones. Se teje barrio.

En la calle Barrera d'Abaix ayer volvieron a hacer piña Magdalena Moragues, Pepita y su hija; Isabel Xamena, Joana Picó, Micaela Pujol, Salva Hidalgo, Manuela Sutil y Natalia Docolomansky y sus dos pequeñas, Helena y Valentina. Muchas son de Santa Catalina, otras del Jonquet; algunas nacieron en el Molinar pero "me casé con un catalinero, y aquí me quedé", cuenta entre risas.

Son este tipo de anécdotas las que gustan a Jackie Evers, una bailarina de revista de Holanda que vivió en esta calle y ahora sigue en la zona. "Me encanta escuchar sus vidas. Por eso vengo, me siento con ellas y las escucho y yo también les cuento la mía", explica. No es la única extranjera que se ha apuntado a la costumbre de salir a la fresca. Mia Seago y Edward, ambos de Londres tienen casa en Santa Catalina y aquí residen cuatro meses al año. "Algunas tardes nos acercamos a estar con nuestras vecinas, aquí en la calle", cuentan.

Desde que saltó la "surrealista" noticia de una vecina denunciada por otra por tomar la fresca frente a su portal, el grupo de Arquitectives decidió convocar una sentada 'a la fresca', que ayer tuvo una significativa participación.

Tras repasar la ordenanza municipal sobre el uso del espacio público, Cristina Llorente, integrante de este grupo de arquitectos, puso el acento en que "el espacio público debe usarse como un lugar de reunión, relación y de intercambio, esa es su naturaleza".

Precisamente les sorprendió que la queja se emitiera en una barrio, el de Santa Catalina, con una de las peores praxis del uso del espacio público. La cercana calle de Sant Matgí es un lugar acústicamente contaminado debido a la alta densidad de bares y restaurantes, y al ruido que producen la aglomeración de personas. A ello sumar, el tardeo que se produce en la zona del cercano mercado.

En Barrera d'Abaix, un oasis las vecinas de la fresca no quieren darle más importancia a lo ocurrido. Le quitan importancia. Pepita muestra una foto de los años 60. Se ve un corrillo, en la misma calle; entre las mujeres que toman la fresca, una jovencita Isabel. Hoy, 56 años después, sigue tomando la fresca con sus amigas. Y las nuevas llegadas de Europa.