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Palma a Palma

Se busca abuelo

Se busca abuelo

Yo no tuve la suerte de disfrutar de abuelos. Cuando evoco su figura, me imagino a un personaje cariñoso, paciente, comprensivo, que te lleva a pasear por los parques y te compra helados. Así eran, al menos, los abuelos de antes. Los de hoy en día van mucho más estresados.

Me los cruzo cada día. Con los nietos de la mano, o arrastrando el cochecito. En sus caras se lee por un lado la satisfacción de disfrutar, al fin, de los niños. Acabada la carrera laboral, sin grandes ambiciones ni obligaciones. Con tiempo para vivir las pequeñas cosas. Como llevar a los nietos al parque o a desayunar. Aunque a veces se lea también en su rostro el cansancio por el esfuerzo que supone suplir tantas carencias de la vida moderna.

Porque en esta época desalmada que vivimos, las habilidades personales cada vez valen menos. Lo que importa es cobrar poco y no quejarse. Ni los méritos intelectuales, ni las capacidades singulares son valoradas. Sólo rige la regla de "si no te va bien, cojo a otro". El que cobra menos tiene preferencia.

Con una excepción. Los abuelos. En medio de tanta indiferencia y desconsideración, los abuelos han pasado de ser meros observadores de obras callejeras a ser pieza capital para nuestra sociedad. Los abuelos representan lo poco de estabilidad que nos queda. Con una pequeña pensión, una vida más o menos organizada, unos afectos bien definidos. Acostumbrados a luchar, están dispuestos a seguir haciéndolo por los suyos. Y de hecho, sostienen una parte de esta economía precaria e injusta que nos ha tocado vivir.

De manera que, paradójicamente, si uno es un buen profesional en algo concreto (por ejemplo un fresador), puede que no le hagan ni caso. Si uno tiene un montón de masters, tampoco le sirve de mucho. Si alguien tiene habilidades creativas, no interesa a nadie.

Pero un abuelo es una mina. Todos saben su valor, y se ha convertido en la figura de referencia en tiempos de precariedad. Están buscadísimos. En nuestro tiempo, el futuro es el pasado.

Qué terrible paradoja.

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