No es lo mismo tomarse una caña en el Bar Apolo, en la plaza Miquel Dolç de Palma, lindante entre Son Gotleu y Son Canals, que en un local de Cala Major situado junto a unos apartamentos de lujo. Como tampoco es igual hacer la compra en s´Escorxador como en pleno barrio catedralicio, donde los comercios de comestibles brillan por su ausencia. La zona donde residimos condiciona nuestros hábitos y nuestros gastos diarios.

Por ejemplo, un menú de mediodía puede costar desde 8 euros a 16 euros, y un café con leche, sin mayor secreto que sus dos ingredientes, puede costar desde 1,20 a 1,75 euros. Queda claro que el precio varía solo por el lugar donde lo consumimos. Incluso el importe de una simple barra de pan puede duplicarse de una punta a otra de Palma.

S'Escorxador está lleno de cafeterías con ofertas de desayunos a dos euros, bares con bocadillos a buen precio, cervecerías, tiendas de todo tipo... Pero lo que se dice un menú de toda la vida y a precio asequible, es difícil de encontrar. "El menú se va perdiendo, la gente no dispone de dinero y se lleva la fiambrera", comenta Rafel Bou, cocinero de Es Llogaret. En este establecimiento sí lo ofrecen, a 9,50 euros, un precio, según Bou, ajustado al coste de la materia prima.

Su clientela es gente de la zona, un barrio que Bou considera de nivel medio, de trabajadores, aunque con unos precios para alquilar una vivienda disparados y con problemas de suciedad y de recogida de basuras como en otros barrios, critica.

Una calle de contrastes

Cala Major, a simple vista, es un barrio de extremos. Los chalés de grandes dimensiones lindan con bloques de apartamentos. La calle principal está abarrotada de negocios de todo tipo, algunos con una vida efímera, otros que solo florecen con la llegada de la temporada alta... Y en cuestión de precios, también hay de todo.

Regis Sponga es el copropietario del Bistro 305 desde hace tres años. En su establecimiento, una caña cuesta dos euros y 1,60 euros es lo que vale un café, precios que paga una clientela formada en su mayoría por suecos, daneses y gente del norte de Europa, aunque también españoles. "Tengo los clientes del edificio de al lado", comenta Sponga. Un edificio que no es otro que el rehabilitado Hotel Uto, transformado en apartamentos de lujo.

Casi enfrente, el bar Stop tiene otros precios y otros parroquianos. En este local, indica uno de sus trabajadores, un café con leche cuesta 1,30 euros, lo mismo que una caña pequeña, mientras que la jarra de cerveza sube a tres euros.

En este barrio, los precios de los menús rondan los 9,90 euros y las alternativas son muchas y para todos los gustos. Elegir no es problema. ¿Económico? Depende del local.

Por 8 euros, un menú completo de toda la vida con bebida. De tanto en tanto, alguna tapa gratis, pero no es lo normal en el Bar Apolo, de Son Canals, que mantiene precios estables desde siempre y que jueves y sábado sirve paella. "Aquí no puedes cambiar, tienes que mantener una línea con la gente de la barriada", asegura José Becerra, propietario, junto con su mujer, Rosario García, de este establecimiento, el primero que se abrió en la plaza Miquel Dolç hace 65 años.

Cada día sirven unos 30 menús a "gente de oficinas, trabajadores y vecinos de la barriada", explica Becerra, quien desde muy temprano ya sirve a clientes habituales. Hace veinte años que regenta el bar y tiene claro que si sube los precios, los clientes se irían al bar de al lado.

Este local limita con la barriada de Son Gotleu, plagada de bares y cafeterías, fruterías y tiendas, donde es posible comprar dos barras de pan por un euro o dos kilos de tomates por 1,19 euros. Está claro que unos céntimos marcan la diferencia entre tener clientes o que no entre nadie en la tienda.

Sin opciones

En cambio, las calles próximas a la Seu son un páramo en ese sentido. Pasear por ellas puede ser un placer, al contemplar esos edificios imponentes, los palacetes, las casas señoriales, pero para una urgencia... como que no. Sa Botiga en la calle Sant Alonso es la única referencia que dan los dependientes de otros comercios (enfocados claramente al turismo) para comprar pan y algo de fruta.

En pleno verano, este colmado vende sobre todo a extranjeros, comenta su dependienta. Mientras la barra de pan vale un euro, la fruta y verdura varía dependiendo del día. En esta ocasión, los tomates están a 2,20 euros y los de pera, a 2 euros, el precio más caro, eso sí, en esta comparativa de cinco barrios.

La alternativa a Sa Botiga, para una compra de emergencia, es el supermercado subterráneo de la plaza Major.

Tomarse un café con leche en una cafetería también nos puede salir sensiblemente más caro. La tabla de precios del Bar Moderno, en la plaza Santa Eulàlia, establece 1,45 euros dentro y 1,75 en la terraza. Muy cerca, la pizarra de otro establecimiento indica 1,60 por el café con leche y 1,80 por una caña... Y los menús, se anuncian desde 10 euros a 16, el más caro.

En el Coll d'en Rabassa, para mantener el negocio, hay que tener "precios competitivos", comenta Bartolomé Vallespir, responsable del Bar Central, uno de los más longevos en el barrio, aunque su familia lleva el negocio desde hace unos diez años. Vallespir reside también en este barrio y asegura que hacer la compra diaria no resulta más caro que en otras zonas, sobre todo porque cuentan con colmados, tiendas de chinos y grandes superficies comerciales muy cerca. "El pequeño comercio tiene que ser muy especializado para que funcione", comenta el responsable del Bar Central.

Bartolomé Vallespir, bar central (Coll d´en rabassa): "Si pones precios caros, tienes que ser muy bueno o muy especial"

En este barrio hay que tener precios competitivos, tanto en restauración como en otro tipo de productos, comenta Bartolomé Vallespir, quien trabaja y reside en el Coll d´en Rabassa. En su bar atiende a clientes habituales y a vecinos de toda la vida, personas que de jóvenes ya acudían al Central y que han permanecido fieles al barrio, donde el pequeño comercio debe competir con supermercados de cadenas multinacionales.

Regis Sponga, copropietario de Bistro 305 (Cala Major): "Es una buena zona, la clientela cambia, cada vez con más dinero"

Este francés afincado en Mallorca trasladó su negocio de Peguera a Cala Major, un barrio que califica de "tranquilo y buena zona". Los precios en su local son algo más caros (1,60 euros un café o dos euros una caña) que los de otros establecimientos situados en la misma avenida Joan Miró, pero asegura que su clientela es diferente, ya que acuden principalmente los residentes de los apartamentos de lujo del antiguo Hotel Uto.

José Becerra, copropietario del bar apolo (Son Canals): "Si subo los precios, los clientes se irían al bar del vecino"

José Becerra y su mujer, Rosario García, sirven más de 30 menús cada día, a 8 euros cada uno, desde hace años. Las comidas al mediodía son su principal fuente de ingresos en el bar Apolo y ni se plantean cambiar los precios ni la oferta, aunque justo al lado sirvan tapas gratis con cada consumición. "Si sirvo una tapa, ya no piden menú y yo vivo del menú", comenta.