La cofradía de las Cinco Llagas portó la Lledània en la procesión del Corpus debido a que este año celebra su centenario. La cruz de mayo compuesta por un millar de flores de colores que forman un círculo precedió a la tradicional Custodia del Santísimo, que cerró la comitiva. Entre un símbolo y otro, los cofrades de una docena de hermandades salieron con sus estandartes por el portal mayor de la Catedral minutos después de las 19,30 horas. Cuando la obra que custodia la hostia consagrada a la adoración hizo su aparición, los feligreses congregados frente a la Seu comenzaron a aplaudir y las campanas, a tañer.

El recorrido de esta festividad religiosa se inició con la Policía Montada de Gala, la percusión de los Tamborers de la Sala y el baile de los Cossiers i Cavallets. Siguió la cruz rodeada de flores de cera a hombros de los porteadores de la tercera hermandad más antigua de Palma, la perteneciente a la iglesia de Sant Gaietà, que estuvo antecedida por dos lábaros y dos fanales. Tras el paso, un centenar de cofrades avanzó lentamente hacia la plaza del Mirador, donde la procesión discurrió frente al mar en la cálida tarde.

Enseguida se adentró en varias callejuelas del barrio catedralicio, como Sant Pere Nolasc y Morey, y la comitiva prosiguió hasta Santa Eulàlia y Cort. Tradicionalmente, ambas plazas eran cubiertas con pétalos de flores y hojas de olivo en honor a esta celebración de la Eucaristía, aunque en la de ayer no hubo ningún adorno vegetal. En algunos balcones de casales señoriales y otras viviendas de la zona sí se mantuvo la costumbre de colgar damascos con motivo del Corpus y también lo hizo el Ayuntamiento y el Consell, este de color verde en lugar del habitual granate de las telas.

La Custodia

El protagonista de la procesión fue el paso de la Custodia, de 181 kilos, una obra de arte con base neogótica del siglo XIX, una pieza central gótica y la parte superior de estilo barroco, donde se sitúa la hostia consagrada. Desde hace tres años, el paso ha vuelto a ser llevado a ruedas, empujado por los monaguillos de la Seu, en vez de ser portado a hombros y bajo palio, tradición centenaria que se recuperó en el año 2011.

Un emotivo momento del acto religioso fue cuando la coral de Sant Josep Obrer, el coro de la Seu y los sacerdotes de la Catedral flanquearon la Custodia mientras cantaban en la plaza del Mirador. Tras el paso, cerraba la comitiva el administrador apostólico del Obispado de Mallorca, Sebastià Taltavull, el cabildo catedralicio y los numerosos fieles que tras salir de la misa quisieron acompañar a este símbolo del Corpus.

Desde la sede episcopal y otros balcones de casales particulares se lanzaron pétalos de rosa a la procesión, una peculiar lluvia que sorprendió a los muchos turistas que había fotografiando el evento y con cara de no entender nada. Los niños que poco antes hacían su Primera Comunión en la Seu y que desfilaron en la procesión tampoco comprendían del todo el ritual, aunque sabían que era un día especial para ellos.