En una ciudad donde abundan las casas habitadas por una sola persona, en tiempos de familias pequeñas, en un momento de mayor conciencia sobre lo que se come, Palma se apunta a la venta a granel. Volvemos a las costumbres de los abuelos sin dejar de ser del siglo XXI.

ES20 de Bonaire es una de las escasas tiendas de la ciudad que apuestan por el consumo al detalle. Llevan una semana, aunque ayer sus propietarias, Catalina Capellà y su hija Antonia Cañellas quisieron festejarlo con ese vino y vermut a granel de las bodegas Rubí, de Santa Maria. No faltó Pep Lemon.

"Aquí no entran según que refrescos. Nuestra apuesta es por el producto local, el llamado de proximidad, pero también se pueden encontrar algunos, muy escogidos, que llegan de Portugal, Galicia y Cádiz". Antonia se refiere a las conservas Tricana de Lisboa, La Pureza de Galicia y las algas de Suralgas.

El mundo del comercio no es nuevo para madre e hija. Han regentado hasta el pasado abril, y en el mismo local, una tienda de ropa para niños. "Nos cansamos. Después de años, y con la competencia de grandes almacenes, mi madre no paraba de quejarse. Empezamos a darle vueltas, y como a mí me encanta el vermut, pues pensamos que estaría bien venderlo a granel. Desechamos abrir una vermutería porque sería muy complicado", explica Antonia.

Del vino y el vermut se derivó a los productos a granel. Harinas ecológicas, sin gluten, hechas en Mallorca, y legumbres de todo tipo, algunas muy apreciadas ya por los vecinos como las fabes asturianas, o las lentejas mallorquinas que ha recuperado Guillem Llull. No falta la exitosa quinoa y garbanzos y arroces de todo tipo.

"¿Qué sentido tiene comprar tanta cantidad de comida que acaba en la basura? En mi época se compraba en pequeñas cantidades, pero el consumo nos arrastró a comprar más de lo necesario. Para mí, montar este negocio es recuperar la memoria, en casa de mis padres", subraya Catalina Capellà.

Su hija, con 38 años, es hija de su generación. Comprar a lo grande. Ahora contempla este giro "necesario". Cuenta que el otro día, su hija Marina le preguntó: 'Mamá, ¿somos ecologistas?'. Yo creo que hay que ser más consciente, pro sin ser un fundamentalista".

El barrio se ha volcado con este espacio que viene a sumarse a la oferta gastronómica de Bonaire: "Esta calle se ha convertido en un rincón gourmet de Palma: Luis Pérez y sus pasteles y cruasanes; la frutería, los llonguets del Drac, el café de la Molienda...", enumera Antonia. Ahora ella y su madre aportan sus granos a granel, acompañados de un vermut.