El primer sábado nocturno en el mercadillo de Sant Magí tuvo un rival poderoso, casi imbatible: la final de la Champions. Si el Madrid arrolló a la Juve, la final de la Liga de Campeones puso a prueba la paciencia de los artesanos y vendedores de un rastro muy significado en Santa Catalina.

"He sido del barrio, he vivido aquí; ahora solo aparco aquí. Me gusta esta zona", indicaba Regina, una residente alemana-mallorquina, con una historia familiar de novela, que muestra en su pequeño puesto ´joyas´ como telas de hilo de Vicens de Pollença, a precios de bolsillo pequeño.

A su lado, Filo García, las manos que hilan bikinis y tops de crochet y cestos y bolsas del llamado trapillo y trapillo de verano. "Aprendí de mi abuela, y llevo tejiendo toda mi vida", cuenta.

Iba cayendo la luz, y los farolillos pintaban la plaza, remodelada y ganada a los peatones recientemente, de ámbar. Los mercaderes se observaban y aguardaban la llegada de los no afines al fútbol. Escuchaban ritmos de Cuba cantados por el Duo Sombossa, mientras se refrescaban con sangría y se alimentaban con los Sabores de Sara, que hizo doblete puesto que a la mañana acudió a la Fira de Medio Ambiente en Blanquerna.Trasiego

El trasiego es habitual entre los artesanos. Ferias de pueblos son sus puntos cardinales. Como Sonia Muñoz y su hermana Laura, la primera joyera, y su hermana, gemóloga. "Recorro toda la isla con nuestras joyas. Diseño la primera pieza, y el resto se hacen a partir del molde", explicaba. Entre sus pulseras, collares y anillos, el motivo de la libélula, es protagonista.

Como tres ases, la firma que forman el duo de creativos, Damià Vidal y Susanne Hu, que desde la fotografía, él, y las artes gráficas, ella, crean bolsas, estuches, baldosas, fundas para tablet, en soportes naturales como piedras, madera, y algodón estampados por serigrafías, fotografías, dibujos.

Otro punto verde en Sant Magí fue el dedicado al kokedama, la técnica japonesa de cultivo de plantas sin maceta con musgo y sustrato. Las plantas bola tienen además efectos terapéuticos sobre el ambiente de la casa, o del lugar en el que se cuelgan.

Madre e hija Marisa Elizalde, y Rosina Daruch, se estrenaron en el mercadillo con su puesto de muebles restaurados por ellas. "Son piezas antiguas pero no muy caras que arreglamos y les damos otro aire", cuenta Rosina.

Objetos de segunda mano, productos de belleza hechos de manera artesanal, comida sana, abalorios, joyas, todo tiene cabida entre los más de cuarenta puestos de este mercadillo que la noche del sábado se tropezó con un serio rival, pero al que aguardan tres citas más: los primeros sábados d e cada mes, de julio a septiembre, e 19 a 23 horas.