Palma cuenta con más de una cincuentena de centros de culto de otras confesiones que no son la católica. Algunos son llamativos, por su decoración, pero otros son tan solo locales, bajos de edificios habilitados como templos, pero que cumplen igualmente su función.

De los 53 centros de culto no católicos que tiene registrados el Ministerio de Justicia en Palma, la gran mayoría pertenece a la confesión evangélica en sus diferentes variantes. Pero en ese listado figuran otras religiones mucho más minoritarias.

Miles de Singh y Kaur

En nuestra ciudad, hay unos 5.000 sij, confesión procedente del norte de la India y que se autodenomina la religión "del amor". Todos los hombres llevan por apellido Singh, mientras que las mujeres se apellidan Kaur. Kamal Singh, miembro de esta comunidad, asegura que es un modo de ser iguales, de que no haya jerarquías, y que compartir sobrenombre en absoluto les supone un problema en su vida cotidiana.

En un local de la calle Albacete, se encuentra su templo sij, abierto las 24 horas para ayudar y dar comida a quien lo necesite, indica Kamal, de 23 años y que llegó hace tan solo dos a Mallorca. Con mucha amabilidad explica, una vez más, porque siempre le plantean la misma duda, que su religión no tiene nada que ver con la musulmana, "hay muchas diferencias con el islamismo".

Bajo un colorido turbante, Kamal esconde su cabellera, que al igual que la barba, no se cortará nunca. El joven dice que la sociedad palmesana les acepta sin problema, tan sólo las personas mayores se muestran más ariscos con ellos, cuenta con la misma amabilidad del principio y con un dominio del idioma suficiente para hacerse entender.

"No hay dios en foto porque vive en tu corazón. Dios es uno y todas las religiones son iguales", continua diciendo, mientras muestra el interior de su templo. Para entrar en él solo hay dos condiciones: descalzarse y cubrirse la cabeza. Una vez dentro, espacios despejados y alfombras donde sentarse.

La bandera naranja con el símbolo de su fe da la bienvenida a este lugar, "es una señal para la gente pobre, que necesita ayuda", remarca Kamal. Aquí, en fin de semana, se llegan a juntar 120 personas. Kamal lee el libro sagrado, también tocan música y cocinan, porque durante las 24 horas hay comida gratis para "cualquier persona, no tiene porqué ser sij".

Los viernes a las dos de la tarde es el momento del rezo, del mensaje del imán en la mezquita Furgan, cerca de General Riera. Es uno de los seis templos musulmanes que hay en Palma. El de Pere Garau es el más grande y conocido. El resto, como esta del imán Younes Chaer, suelen ser locales modestos, garajes y bajos de fincas. "Necesitamos un centro islámico grande, con su museo, y al que pueda acudir más gente de todas las religiones. Que sea un lugar de paz, de multiculturalidad. Ojalá podamos construirlo algún día", reivindica Chaer.

El imán de la mezquita Furgan no sabe cuántos musulmanes viven en Palma. Calcula que de nacionalidad marroquí hay unos 30.000 en toda Balears.

Palma también cuenta con centros de culto bahá'i, una confesión procedente de Persia y que aquí llegó de la mano del norteamericano Carlos Ioas, en el año 1953. Después fueron llegando más familias, como la de Jamil Missaghian, que es la más antigua. Suman 110 personas en la comunidad balear y solo en Palma cuenta con diez nacionalidades diferentes. No tiene clero ni vida monacal y se organizan en asambleas elegidas anualmente en listas abiertas donde todos los adultos son electores y elegibles.

"Al no tener ritos, la vida comunitaria es sencilla y hacen de la oración una forma de vivir la vida", explica uno de sus integrantes.