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Sa Torreta

Trece hijos, 50.000 pesetas

La sincronía entre las necesidades de la sociedad y las políticas que se aplican no es una virtud corriente. Los gobernantes suelen llegar tarde...

Recepción en la Almudaina a las familias numerosas. Torrelló

La sincronía entre las necesidades de la sociedad y las políticas que se aplican no es una virtud corriente. Los gobernantes suelen llegar tarde o centran sus esfuerzos en crear servicios que a nadie interesan (salvo a los beneficiarios del momio).

La foto de Torrelló es un ejemplo de esta asincronía. Se trata de la entrega de los premios de natalidad a las familias que más procreaban de las islas. La escena corresponde a principios de los años 70. Estamos hablando de las décadas que después fueron bautizadas como las del baby boom en toda Europa. Nacieron más niños que nunca, por lo que estimular la procreación no era una necesidad acuciante.

Sin embargo, hoy, cuando los índices de natalidad están por debajo de las tasas de reposición de la población, no solo no se fomenta sino que organismos como el Ayuntamiento de Palma muestran una cierta tendencia a recortar beneficios a las familias. Y el problema sería más grave sin los hijos de la inmigración.

Cinco décadas atrás los fastos de la natalidad se celebraban el día de San José Artesano -una fórmula para evitar el 1º de Mayo-. El dictador recibía a las familias en el Pardo y el capitán general de Balears hacía lo mismo en la Almudaina.

Las autoridades alababan y premiaban con 50.000 pesetas a Francisco y Brígida, ambos de 41 años, porque "han tenido trece hijos y todos conviven en el hogar". El segundo clasificado, con doce, se conformaba con 30.000 pesetas y el tercero, con once vástagos, "y viven todos", recibía 20.000.

Pero no solo se apostaba por la cantidad. La calidad de la educación impartida también era valorada por los prebostes del franquismo. Se loaba y echaba una mano a un matrimonio con nueve hijos porque todos estudiaban y la madre asistía a cursos de formación. Y una pareja de Alcúdia era reconocida porque sus cinco descendientes iban a clase pese a vivir a siete kilómetros del centro escolar más próximo.

La familia ganadora era granadina y llevaba apenas un año en Mallorca: "Allí no podíamos comer, 15 bocas no se llenan fácilmente".

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