Una de las profesoras lo advierte al inicio de la primera clase. No hay que explicar qué se aprende ni a maridos, ni a hermanos, ni a padres... por muy buenas personas que sean, porque ellos puede que lo comenten a un tercero, y éste a otro, y así se acaba con el factor sorpresa del Wen Do, una técnica de defensa personal creada por mujeres para mujeres. "Lo que pasa en el tatami, se queda en el tatami", afirma Gemma Domínguez al inicio del taller de autodefensa feminista que ayer comenzó en el centro Flassaders.

El trabajo de Domínguez y el de Arena Petit, la otra profesora, es el de hacer visibles todos los tipos de violencia contra la mujer, identificar las situaciones de riesgo y los micromachismos, para poner límites, siempre con un gran componente de humor. "Vas a poner gasolina, pides diesel y el gasolinero te pregunta si estás segura de que el coche utiliza diesel", comenta Domínguez como ejemplo de esas actitudes machistas 'invisibles'.

Dejar de sentir miedo

Además, en este taller, impulsado desde la concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Palma, se empodera a las mujeres, se les enseña a ser más seguras, a ocupar más espacio físico y a dejar de sentir miedo cuando se camina sola por la calle.

La defensa personal Wen Do es solo una parte, importante, de las sesiones. Pero también lo es "aceptar el propio cuerpo, dejar de juzgar a las otras mujeres, trabajar en red y dejar de criticarnos tanto", explica Gemma Domínguez. Esta profesora da mucha importancia a la actitud de las mujeres. "No nos educan para poner límites, sino para ser complacientes, para tener siempre una sonrisa en la cara. Si eres borde, la sociedad no lo acepta y ya eres una insatisfecha de la vida", añade. Su afirmación da una idea de lo que deparará el taller.

A la primera clase asisten diez mujeres, todas por diferentes motivos. Algunas quieren saber defenderse por prevención, otras han vivido situaciones de maltrato y están amenazadas, por lo que su motivación es más una necesidad vital.

La primera sesión

A la hora de las presentaciones, Marina, de las más mayores en este curso, reconoce que ha vivido "experiencias un poco difíciles" y por eso mismo "estar preparada es mucho mejor".

En cambio, Mariona, de 22 años, llega motivada por otras razones. "No solo para saber defenderme, sino para sentirme más segura", explica.

Otra de las asistentes asegura temer por su vida, comenta que hay una persona que la ha agredido y quiere aprender a defenderse. No puede evitar que la voz se le entrecorte al contarlo...

Hoy no hay adolescentes, pero Domínguez indica que es habitual que se apunten y que con 14 y 15 años ya se hayan topado con situaciones y relaciones machistas. En un futuro, le gustaría poder impartir talleres a niñas, para enseñarles a identificar y prevenir esas situaciones de riesgo.

Aida Tristán, educadora social del área de Igualdad, confirma que no existe un perfil determinado de mujer que asiste a estos talleres, aunque la media de edad de las alumnas suele superar los 30 años.