Pentimiento

Durante siglos, si un pintor se arrepentía de una parte de su cuadro, debía cubrirlo cuidadosamente con una capa de pintura, para volver a dibujar sobre él. Mucho tiempo después, se descubren esos arrepentimientos. En forma de cuadros ocultos, figuras invisibles. Historias de las obras de arte como si fuesen un palimpsesto. Esos pergaminos que se raspaban para volverse a utilizar.

Todo ese esfuerzo, esa angustia, ha desaparecido con la cibernética. Escribes un largo texto, lo borras por error, y te aparece el comando "deshacer". En un santiamén recuperas lo perdido. Lo mismo ocurre con dibujos, con grabaciones musicales... Bendita reversibilidad que nos ha librado de un lastre de siglos. Que permite que el pasado resucite como por arte de magia, plas. Y qué maravilloso sería que uno pudiese aplicar ese pentimento del "deshacer" a todos los ámbitos de la vida. Tantas cosas mal dichas. Tantos errores cometidos. Tantos fallos, Tantas imperfecciones.

Si tuviésemos el comando "deshacer", ¡cuántas veces lo utilizaríamos!

Existe un campo, sin embargo, al cual esa reversibilidad no ha llegado. Un terreno además sumamente espinoso, peligroso. Como es la mensajería instantánea.

Lo rápido de la operatividad del móvil hace que en algunas terribles ocasiones uno envíe el mensaje a la persona equivocada. Sea por la rapidez de la comunicación, sea por un error en la agenda, sea por un demonio oculto en el teléfono que quiere avergonzarte. Y de repente, te das cuenta con horror que acabas de enviar un mensaje amoroso subido de tono a una respetable entomóloga.

Sientes un escalofrío subiendo por tu espalda. Empiezas a apretar botones y teclas en vano. El mensaje ya ha partido. Sudas. Quieres fundirte como el plomo en un crisol. Desaparecer de la faz de la tierra. Das vueltas como una fiera enjaulada pensando en cómo vas a explicar ese error...

Por eso, una de las mensajerías más utilizadas está preparando la "marcha atrás". Un pentimento en dos minutos.

¡Qué gran avance para la humanidad!