Una informadora turística que trabajó durante dos años en la plaza Catalunya de Barcelona consiguió que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña reconociera como causa de su enfermedad, fibrosis quística, la inhalación de polvo con partículas de excrementos de las palomas de la conocida plaza.

Esta sentencia llegó tras años de litigio y ya cuando la mujer había dejado ese puesto. El TSJC consideró, de acuerdo con los informes médicos, que la única causa desencadenante de su enfermedad había sido la exposición a los excrementos de palomas.

El Alto Tribunal consideró que era un accidente laboral y que la trabajadora merecía el grado de incapacidad absoluta.

Al igual que le sucede a Josefa Garrido, la trabajadora de Barcelona notaba mejoría cuando se distanciaba del lugar donde estaban las palomas.