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Un siglo repartiendo azúcar

Hijos de Ramón Oliver empezó distribuyendo cereales con un carro y ahora tiene cien empleados y numerosos productos

La segunda y tercera generación de Ramón Oliver Ordinas, en el almacén del polígono de Son Castelló. b. ramon

Si uno está tomando café en un bar y le ha puesto azúcar en sobre, es muy probable que haya sido envasado en la distribuidora Hijos de Ramón Oliver. La empresa del polígono de Son Castelló cumple cien años y continúa repartiendo azúcar y otros productos, como harina, que hace un siglo traía de la península en veleros a vapor con el característico sello R.O.O., es decir, las iniciales de Ramón Oliver Ordinas. "Mi abuelo iba al muelle a comprobar cómo estaba el mar para saber si podrían llegar los barcos. Si era así, enviaba a la gente a descargar los sacos", tal como relata Pere Antoni, uno de los nietos. Las letras R.O.O. siguen impresas en los cientos de sacos almacenados en el polígono y que se distribuyen en los hornos de la isla, los que elaboran las típicas ensaimadas que el Dia de les Illes Balears compitieron para ver cuál es la mejor del mundo.

Lejos quedan los antepasados de la familia, entre ellos el corsario Barceló o los Oliver originarios de Campos, cuyo malnom era Can Ben Fet. Muy bien lo tienen que haber hecho las tres generaciones de la empresa, porque cumple cien años con una expansión que "asusta" a Alfonso Oliver, de 88 años e hijo de Ramón. "Empezó en las Avenidas, donde no había fincas ni nada, y repartía con un animal de carga. Primero cereales y algarrobas, y luego almendras", detalla. Su hermano Luis, de 77, recuerda que "había mujeres que iban separando las almendras buenas de las malas y existía una máquina que hacía lo mismo con las semillas de la algarroba".

De allí se trasladaron al lado de la actual Escola Graduada, donde pudieron tener su primer local en propiedad y con almacén. Aún no había estallado la Guerra Civil. Durante el franquismo, el azúcar estaba intervenida por el Estado (como la harina) y la distribuidora se convirtió en depositaria, por lo que el 50% del azúcar de Mallorca estaba en Hijos de Ramón Oliver. Sus principales clientes eran los hornos de pan tradicionales y los colmados, debido a que la venta de cereales para animales bajó enormemente con la aparición del pienso compuesto.

Tras un breve paso por un local de la calle Pare Vives, en 1969 se inauguró la nave industrial de Son Castelló, tal como explica Chicho Oliver, el actual administrador. Las nuevas instalaciones fueron el empuje definitivo a la empresa, ya que "hubo mucho movimiento en aquella época", hasta que llegó otro gran cambio: la liberalización del azúcar en los años 80.

Renovarse o morir

El lema de renovarse o morir está en el ADN de los Oliver, porque no se amedrentaron ante la nueva competencia, sino que la segunda generación (Alfonso, Luis y el recién fallecido Bartolomé) decidió comprar "envasadoras de azúcar en sobres" y especializarse en un mercado del que actualmente controlan el 75%. No dejaron de lado la harina ni el arroz -que también distribuían-, pero poco a poco estos dos últimos fueron disminuyendo por la creciente apertura de supermercados y el cierre de colmados, "sobre todo en la ciudad", lamenta Alfonso, que lleva 24 años jubilado.

La tercera generación (Ramón, Pere Antoni y los primos Carina y Ramón) cogió el relevo en 2001 tras un periodo de transición y amplió la oferta. "Los clientes ya existían, los hornos y pastelerías, por lo que se les podía vender más productos, entre ellos levadura, chocolate y otros ingredientes", cuenta el administrador.

"Desgraciadamente, esta clase de negocios también tienen fecha de caducidad, debido a la falta de relevo generacional y la competencia de la bollería industrial y el pan congelado", según los Oliver. Como "se están comiendo" a sus clientes tradicionales, en 2007 dieron el salto a la restauración y adquirieron una distribuidora de productos italianos y en 2011 compraron parte de una fábrica de pastas y pizzas. Ahora tienen cien empleados y quieren durar muchos años más. Tal vez, llegar a los bisnietos de Ramón Oliver.

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