Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Urbanismo

Son Espanyolet, la continuación inmobiliaria de Santa Catalina

La inversión ha aumentado el precio de los inmuebles, solo asequibles para rentas altas

Son Espanyolet, el barrio nacido a partir de la parcelación de la posesión que le da nombre y que fue propiedad del marqués de la Romana, Pedro Caro y Sureda, está en el punto de mira de los inversores extranjeros. El interés que ya se manifestó un par de años atrás, ha crecido. Con buena parte de Santa Catalina en manos de alemanes y nórdicos, el interés avanza en ascenso hacia una de las zonas más tranquilas de la ciudad, ¡por el momento! Ya hay algunos vecinos inquietos, molestos, "muy preocupados" porque este interés inmobiliario conlleva, a su juicio, a "la destrucción del barrio".

Esperanza López y su hija Nuria Cano han visto "la desaparición de casas" en poco tiempo. Nuria precisa: "A partir de 2016, se han demolido manzanas enteras. Están desapareciendo comercios y negocios que llevaban años como el forn de ca na Xisca o la Escoleta, entre las calles Barrera y Heredero", precisa.

Ella vive al lado, en la casa que su madre heredó del padre, Emilio Tortosa, el que construyó el último refugio antiaéreo encontrado dos semanas atrás y que ya ha sido tapado. Precisamente ahí se van a construir un chalet y dos adosados, en un proyecto firmado por el arquitecto Joan Amengual, de la promotora Domum Investments, y que incluye dos piscinas en su patio, un chalet y dos viviendas.

"Nuestra preocupación es que no se respeta la fisonomía del barrio. Si se construye, al menos, que haya medidas que eviten la proliferación de auténticos mausoleos. A raíz del derribo de la casa de al lado, donde estuvo la escoleta, me dijeron que no me preocupara, que este barrio está protegido, pero no es cierto", se lamenta Esperanza López. Ella creció en una zona de origen popular en el que el movimiento de grúas vuelve a amenazar la calidad de vida.

"Se está produciendo un cambio. La sensación de ver continuamente a extranjeros con pinta de ejecutivos, con sus maletas, preguntando, mirando las casas, ofreciendo cantidades de dinero que algunos no pueden resistir. Los que venden suelen ser las personas más mayores, o sus hijos que, al heredar, no saben qué hacer con esta pequeña casa", narra Nuria. Ella vive con su familia en Son Espanyolet, y teme que su barrio acabe convirtiéndose en "la continuación de Santa Catalina, donde los que viven son los extranjeros que tienen dinero, y donde las promotoras extranjeras, principalmente, hacen negocio con el turismo vacacional". "El verano pasado fue incesante ver turistas de ciudad. El barrio se acabará convirtiendo en una zona airbnb".

"Los precios del metro cuadrado no bajan de los 2.800 euros el metro cuadrado. ¿Quién de nosotros puede pagar estos precios? ¿O te vas a Son Gotleu o?? En estos momentos se están construyendo muchos adosados. Los precios no bajan del medio millón de euros", señalan madre e hija.

Si zonas como Le Marais en París o el East End en Londres conocen perfectamente el fenómeno llamado gentrificación, en España, el barrio gótico de Barcelona y el casco antiguo de Palma son los ejemplos más claros de la sustitución del residente por el nuevo propietario: vecino pobre, forzado a irse, residente rico que se queda.

"Este era un barrio popular. Los inversores extranjeros están buscando las casas de planta baja y lo que se llama corral, que muchos de ellos arreglan para pasar temporadas cortas. Esas pequeñas casas son las que popularmente han conformado la fisonomía del barrio y las que están desapareciendo a marchas forzadas.

Compartir el artículo

stats