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Jaume Gual: "He procurado tener una mirada aséptica, de documentalista"

Jaume Gual y Climent Picornell presentarán el libro ´Palma desde la Seu´ el próximo lunes en el Col·legi d´Arquitectes

El fotógrafo Jaume Gual. B. Ramon

Jaume Gual se subió a lo alto de la Catedral buscando el mismo ángulo que Jaume Escalas. Si el primero retrataba la ciudad que nacía tras el derrumbamiento de las murallas, el segundo repite la fotografía sin más intención que la de “ser notario y retratar el estado de los hechos. He procurado tener una mirada aséptica, de documentalista”, apunta. Ocho décadas les separan. Y el periodo de tiempo se nota en Palma.

El diálogo en el tiempo entre dos miradas distintas se mostró, dos años atrás, en una exposición en el claustro de la Catedral. Ahora toma forma de libro. El próximo lunes, y junto a Climent Picornell, su autor lo presentará en el Col·legi d’Arquitectes.

Cuando Jaume Gual, fotógrafo y geógrafo, estaba realizando un trabajo sobre el Archivo Escalas, que luego expondría el Centre de Cultura Sa Nostra, diecisiete placas le llamaron la atención. “Estaban hechas desde arriba, en la cubierta de la Catedral. Un mismo punto de vista y un mismo sujeto era un arranque atractivo. Digitalicé las placas de vidrio, y pensé hacerlas en 2014”, cuenta.

Andreu Muntaner, que como bien dice Gual, “tiene la ciudad en la cabeza”, las dató en los años 20, sobre 1928. “Pensé que estaría bien hacer las mismas fotografías, cien años después, y repetirlas cada cien años. ¡Puede parecer muy folclórico, pero no lo es! El Consejo Europeo, en su Carta europea del Paisaje, y ante los cambios drásticos, recomienda preservar. Entre las pautas que da, hacer seguimiento de los cambios que se producen. ¡Así es que mi idea de registrar lo ocurrido cien años después, no es tan peregrina!”, piensa.

El tejado de la Seu, “la atalaya perfecta” describe Gual, permitió a los dos fotógrafos explorar la ciudad antigua, su puerto, la bahía y sus confines. Desde s’Arenal hasta Portopí, ambos hicieron la panorámica de Palma.

Inicialmente la idea del geógrafo era la de tomar las fotografías también en blanco y negro pero Joan Bauzà, del Cabildo catedralicio, le sugirió que sería mejor que fueran en color, “por aquello de dar una imagen de contraste”, indica Jaume Gual.

Al tener que tomar las fotografías en color desde un escenario que te permite retratar en 360 grados, los cambios de luz son enormes. “Al hacerlas en color, tuve que subir a lo alto de la Catedral más veces”, admite Gual. “He buscado más uniformidad”, añadió. Él hizo las fotos en primavera y verano, y desde las 10.30 hasta las 16.00 horas. “Las luz está más alta, y hay menos sombras”, recordó. De ahí que sus fotografías tengan menor dramatismo que seguro habrían tenido si las hubiera realizado en blanco y negro.

¿Quién fue Jaume Escalas, y por qué ascendió a tan peculiar faro? Psiquiatra, director de la clínica mental Jesús, heredó la afición por la fotografía de su padre. Como recuerda Gual, según le contó Andreu Muntaner, “los Escalas eran muy fotógrafos, y al ser científicos, médicos, eran muy pulcros; además, tenían dinero para dedicarse a una afición, la fotografía, que no era barata precisamente”. El archivo de los Escalas sigue en manos de la familia. La hija, Magdalena, murió el pasado año. Los herederos siguen con su legado, el de Jaume Escalas, un hombre que mostró su amor por Mallorca a través de las fotografías que utilizó en la Guía de Mallorca, editada en los años 30 y un auténtico best seller. “Fue miembro del Fomento de Turismo, y ya tenía esta visión”, recordó Jaume Gual.

Notario

Los cambios de aquella ciudad que se levantaba fuera murallas a la que creció a todo tren en apenas unas décadas quedan evidenciados entre este yin yang fotográfico que es el volumen Palma desde la Catedral.

Su autor ha intentado mantenerse “aséptico” pero no oculta su malestar ante los cambios. Él, que es “catalinero”, ve “como aquel vínculo entre lo que fue mi barrio y en lo que se ha convertido ahora, ha desaparecido. Para mí el paisaje es lo que era y lo que somos. La naturaleza es la máxima expresión. me hubiera gustado disfrutar de la bahía como lo hizo mi padre, que en los años 30, nadaba en el Marítimo”.

Asegura no tener una mirada nostálgica. Como geógrafo y amante de la naturaleza, conoce los cambios pero “hay que buscar el equilibrio. Para mí lo importante es no olvidar que la personalidad de la ciudad forma parte de la cultura, de la historia. Se está perdiendo. Santa Catalina era un pueblecito con las aceras anchas, muchas casas con uniformidad arquitectónica. ¿Qué cuesta mantener esta tipología?

Diecisiete fotografías tomadas desde lo alto de la Catedral en 1928 tienen su eco 86 después. Un puerto sin apenas hormigón, la línea del horizonte despejada, hay mar acariciando las murallas a los pies de la Seu; la línea de la costa de Palma está despejada, ocho décadas después le han crecido los edificios. ¿Cómo será Palma si dentro de cien años, otro fotógrafo se sube a la Catedral y toma las mismas fotos?

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