El humor es la mejor manera que han encontrado los payeses para combatir la desesperación de llevar 55 días con sus campos de cultivo anegados en el Pla de Sant Jordi. "Pasearemos en barca a los turistas de la Platja de Palma", "también haremos excursiones en kayak", "habrá una zona para baños de barro", "los hidroaviones pueden aterrizar aquí", proponen Pep Mellado; sus hijos, Juanjo y Miquel; y su vecino, Juan Lorenzo Crespí. A Miguel Vives no le han afectado las inundaciones, ya que su finca está en una zona elevada del Pla, aunque también bromea: "Se pueden pescar anguilas". Sin embargo, las alrededor de 2.000 hectáreas perjudicadas en más de medio millar de cultivos desde el primer temporal del invierno, el 19 de diciembre, borran la sonrisa a cualquiera, más aún cuando llueve sobre mojado.

No se habían recuperado de las primeras inundaciones y volvió a llover a mansalva los días de las fiestas de Sant Sebastià, pero las bombas de achique de la empresa municipal de aguas, Emaya, no han empezado a funcionar hasta esta semana, según denuncian tanto Mellado, de la Associació d´Agricultors i Ramaders del Pla, como Lorenzo Giménez, vecino de sa Casa Blanca. A través de las redes sociales, está difundiendo los problemas mediante vídeos caseros que han tenido miles de reproducciones. La grabación tras las últimas inundaciones, el 24 de enero, fue vista por más de 72.000 personas y logró que las máximas autoridades en la materia de Cort y el Govern se reuniesen con él, pero "no sirvió de nada".

"Nuestro problema es simple, tenemos agua en los campos de cultivo", resume. Y la solución también es sencilla: "Que pongan en funcionamiento los molinos para tirar el agua al torrente". Es lo que hizo el ingeniero holandés Paul Bouvy en 1845 para drenar el Pla de Sant Jordi, aprovechar los característicos molinos de viento con el fin de extraer agua. "Hay 1.400 documentados, por lo que se podría crear un impresionante parque eólico y, con la energía que generase, solventar de una vez por todas las inundaciones y estancamientos de agua".

Crespí también insta a buscar soluciones en el pasado, como por ejemplo "preguntando a los mayores de la zona, que son los que saben, y haciendo lo mismo que antes. En la época de mis abuelos se inundaba, pero duraba tres días, servía para eliminar el salitre, lavar las tierras y favorecer el cultivo de hortalizas, que por algo era conocido como es rebost (la despensa) de Palma". Ahora no dura tres días, sino tres meses, porque "han cubierto el torrente de hormigón y de este modo el agua no drena", critica el afectado, que tiene un terreno de 20.000 metros cuadrados y no ha podido sembrar cereales.

Según Juanjo Mellado, "habría que recuperar el pavimento y los muros de piedra tradicionales de los cauces, que absorben el agua y además quedan mucho mejor". El de sa Síquia cumple con todo lo que no debería tener un torrente: "está hormigonado, hay tubos de solo diez centímetros de diámetro para que llegue el agua de los campos de cultivo y, por si fuera poco, su desembocadura en el mar está cortada por la autopista del aeropuerto. Es un desastre tras otro", tal como lamenta.

Las infraestructuras

Bajo esta infraestructura viaria, que fue construida a finales de los años 60 debido al boom turístico, "se debería instalar una tubería o abrir zanjas para unir el torrente con el mar. Si la administración competente quisiera, se podría hacer. No es la primera vez que se corta una autopista durante 24 horas o por tramos para colocar un tubo", propone su hermano, Miquel. El padre, Pep, añade más problemas: "El polígono de Son Oms y el aeropuerto tiran su agua a la acequia, algo incomprensible en este tipo de instalaciones, que deberían estar mejor preparadas, pero lo que provocan es agravar la situación del Pla".

La "falta de profesionalidad" de quienes proyectan estos nuevos equipamientos también es muy criticada por el responsable del taller de restauración y reparación de molinos Es Moliner, Miquel Ramis. La nave donde trabaja se encuentra en la carretera vieja de Manacor, junto al desvío hacia Sant Jordi de la nueva carretera. "Cuando la construyeron, me quedé encajonado y no previeron ninguna tubería bajo la rotonda para que el agua pudiese seguir su curso, por lo que cada vez que llueve se inunda todo, ya que es una vaguada", explica. "Se lo dije a los ingenieros y me respondieron que no pasaría nada, pero sí que ha pasado". Tanto que un tramo de la antigua vía se ha roto, porque "la naturaleza es sabia, el agua busca su camino y, como ahora no lo encuentra, trata de crear un agujero para continuar el trayecto natural hacia el mar".

Los consultados afirman no haber calculado sus "cuantiosas" pérdidas. "No lo quiero mirar para no deprimirme más. Habría que sumar el trabajo no realizado los días que estuvimos limpiando el taller, las maderas desechadas porque se mojaron, el arreglo de las máquinas y motores que se vieron afectados...", enumera el restaurador de molinos.

En la empresa de material de construcción de los Mellado han perdido "maquinaria, sacos de cemento, cola, yeso y otro tipo de material que estaban en la parte inferior de los palés, y mucho tiempo trabajando para salvar lo que no se había mojado", detalla uno de los hermanos.

Por su parte, Crespí ni siquiera pudo iniciar la siembra de cereal y estima que, como mínimo, ha perdido 700 euros en grano, 400 euros en la reparación del tractor -de donde "salía agua a chorros"- y todo lo invertido en comprar la comida para los animales, ya que también se perdió. En general, los agricultores del Pla han sido los más afectados. "Muchos habían sembrado cereales en 80.000 y 100.000 metros cuadrados, y se han quedado sin nada", lamenta Pep Mellado. En las casas, más de lo mismo: electrodomésticos y muebles estropeados, pavimento embarrado y días fuera de casa, como por ejemplo la familia de es Prat d´en Pedro d´es Tast, que se tuvo que marchar de su finca de noche porque se había inundado.

Abastecer Ciutat

Cuando el aficionado a los vídeos de las inundaciones se reunió con el conseller de Medio Ambiente, Vicenç Vidal; el alcalde, José Hila; y la presidenta de Emaya, Neus Truyol, le hablaron de un estudio sobre la posibilidad de utilizar el agua del Pla de Sant Jordi para abastecer toda la ciudad, tal como avanzó este diario el 19 de enero. Se podrían aprovechar hasta 30 hectómetros cúbicos anuales, es decir, el volumen de agua que usa actualmente Palma. Sin embargo, "no tendrían el proyecto hasta dentro de un par de años y luego deberían buscar la financiación, ya que es muy costoso, por lo que son simples anuncios sin ninguna concreción", se queja.

Mientras tanto, Juan Lorenzo Crespí, Pep Mellado y cientos de payeses del Pla temen el próximo temporal y comentan que jamás habían vivido ninguno como los de este invierno. "Yo solo sé que los árboles que planté con mis propias manos de niño, hace 40 años, están a punto de morirse", lamenta Crespí observando el campo anegado en la finca que fue de su bisabuelo.