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Crónica de Antaño

Las atarazanas de Palma durante la Edad Media

Palma, uno de los puertos más destacados del Mediterráneo occidental, siempre ha contado con estos recintos dedicados a la construcción y reparación de buques

Vista de los jardines s´Hort des Rei, donde se encontraban las atarazanas en la época islámica. DIARIO DE MALLORCA

Las atarazanas constituían un conjunto de instalaciones navales, normalmente cerradas por un recinto y algunas incluso cubiertas por un techo, dedicadas a la construcción y reparación de los buques. Nadie se sorprenderá al saber que Palma, históricamente uno de los puertos más destacados del Mediterráneo occidental, siempre ha contando con atarazanas. Es cierto que, de momento, no tenemos noticias de atarazanas o astilleros de época romana en la ciudad o alrededores. En cambio, sí se han encontrado restos de barcos romanos en diferentes puntos de la bahía, también algunos restos en Portopí, o también un ancla romana en el antiguo lecho de la Riera, concretamente frente al Teatro Principal, por lo que no es aventurado pensar que Palma debió tener algún tipo de estas instalaciones.

Sí se tiene alguna referencia de las atarazanas de Palma en época islámica. Según el medievalista Pau Cateura había un pequeño recinto a los pies del castillo de la Almudaina, esquina con la antigua desembocadura de la Riera (actual avenida Antoni Maura). El amplio arco que todavía hoy se puede contemplar en s´Hort del Rei, en el estanque habitado por cisnes, ha sido considerado por algunos como la entrada a esa antigua atarazana de la que se habla, la cual, seguramente, debía ser propiedad del valí.

Una noticia inequívoca que viene a demostrar la existencia de atarazanas en Madina Mayurqa la facilita Jaime I pues, contaba en su crónica, al donar algunas propiedades dentro de la ciudad a la orden de los Hospitalarios (actual orden de Malta) que: "Démosles la casa de las Atarazanas, donde ya están hechas las paredes y aquí podrán hacer buenas casas. Y de los bienes muebles, démosles las cuatro galeras, que aquí hay y que habían sido del rey de Mallorca y así tendrán parte de todo". Esa atarazana debió estar, si no en el solar que hoy ocupa la plaza de la Lonja, en sus alrededores; pues esa zona pertenecía a la porción donada a los caballeros hospitalarios. Otra noticia sobre las atarazanas de Madina Mayurqa es la que recogió Francisco Sevillano Colom en la cabrevación de 1232 de Nunó Sanç, pues en ese documento aparece la donación de unas casas a Beumont Zacolao, de Marsella, propiedad que confrontaba con las "Atarazanas". Según Cateura, estas últimas fueron adquiridas, junto a otras propiedades de la porción de Nunó Sanç, por Jaime I, por lo que el patrimonio real pudo disponer de una atarazana propia. Esta sería la que ocuparía la actual plaza de les Drassanes. Por lo tanto esas instalaciones se encontraban muy cerca de la antigua atarazana dada a los hospitalarios.

Por otro lado, en 1290, momento en que las autoridades regnícolas necesitaban disponer de una escuadra naval para la defensa del archipiélago, la Universitat de la Ciudad y Reino de Mallorca adquirió unas casas al lado de la atarazana real para poder almacenar los diferentes materiales y aparejos para construir las nuevas naves. En 1313, el rey Sancho I y los jurados de la Universitat firmaron un pariatge para cofinanciar la armada mallorquina. Con este fin, el monarca les cedió un solar extramuros, en la parte exterior de la Porta de Portopí, junto al cementerio judío, es decir en lo que hoy en día corresponde a la parte baja del parque de la Feixina, para construir una atarazana de la Universitat. De todas formas, finalmente esta no se pudo construir por falta de recursos económicos, por lo que los jurados, para construir las naves, tuvieron que recurrir a espacios públicos cerca de la orilla del mar. Por otro lado, desde por lo menos el siglo XIV, la parte más profunda de la ensenada de Portopí fue utilizada como atarazana. También se tiene documentado que las dependencias adyacentes de la pequeña iglesia de Sant Nicolau de Portopí solían ser utilizadas como almacén para guardar los aparejos de las naves de la Universitat.

Las atarazanas constaban de un recinto en el que se instalaban los astilleros y los almacenes. En estos se guardaban el material de construcción de los barcos, los aparejos y las armas (ballestas, lanzas, y más tarde espingardas, bombardas y pequeñas piezas de artillería. Los documentos históricos del puerto, estudiados entre otros por Francisco Sevillano Colom, Juan Pou o Gabriel Llabrés, nos hablan de un personal adscrito a la atarazanas. Por ejemplo, en 1290 encontramos a un encargado de abrir y cerrar el portón del recinto. Como es lógico también trabajaban allí calafates, mestres d´aixa y herreros. En 1317, cinco guardianes, Vandrell, Cerdanyola, Satorra, Isern y Sobrer, tenían bajo su cuidado las galeras que había en el recinto.

Cuenta Sevillano Colom que en 1348 "ante el hecho de que había algunas galeras que, por estar varadas en seco y al descubierto, se llegaban a pudrir, el Gobernador propuso al Rey la construcción de unas Atarazanas cubiertas, que pudieran albergar hasta veinte galeras". Me imagino que lo que se anhelaba y pretendía era poder tener unas atarazanas como las de Barcelona. Se solicitaba a Pedro el Ceremonioso que cediese parte del solar de huerto real (s´Hort del Rei) para construir allí el edificio. La construcción y el mantenimiento se financiaría con el sistema del pariatge, pero los jurados de la Universitat se negaron a llevar a cabo el proyecto por el mismo motivo de siempre: la falta de dinero.

Parece claro que el descubrimiento de América y la nueva necesidad de construir barcos transatlánticos no tuvieron mucho efecto en los astilleros mallorquines. Antes al contrario, estos, desde finales de la Edad Media entraron en un largo período de recesión que perduró hasta la época de Carlos III, ya en la segunda mitad del siglo XVIII.

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