Jaume III ardió en el infierno. La avenida comercial se llenó de seres del averno y seguidores mundanos durante dos horas hasta que los dimonis de Es Cau des Boc Negre, la última colla en salir de las siete participantes, llegaron a la plaza Joan Carles I y se unieron al espectáculo de las dos bèsties de foc para encender la traca final del Correfoc y decir adiós a las fiestas del patrón de Palma, Sant Sebastià.

Las espiras endemoniadas, bajo las que bailaba el público más atrevido, las llamas de los dragones y las antorchas de los numerosos guardianes del Drac de Sant Jordi y los 16 nuevos que protegían al Drac de na Coca se sumaron a los últimos fuegos artificiales. El espectáculo de luz, oscuridad, humo, percusión e incluso acrobacias -las de los ayudantes de Lucifer, subidos a una plataforma móvil- fue visto por 20.000 personas ocho días después de lo programado, ya que se aplazó por el temporal del pasado fin de semana.

Ayer también se hizo esperar, debido a que empezó 20 minutos tarde y las colles no salieron de una en una cada cinco minutos, sino desacompasadas, por lo que la avenida Jaume III se quedaba vacía en muchos momentos. De todos modos, fue un escenario perfecto para todos los públicos porque permitía guarecerse a los temerosos y lanzarse a la pira a quienes buscaban una noche de emociones fuertes.

Los dimonis de Kinfumfà y Endimoniats fueron los primeros en asustar y les siguieron Trafoc, Enfocats, Realment Cremats, los nuevos Dimonis Trabucats y, para cerrar, los de Es Cau.

Flanqueados por una docena de hogueras en el puente de sa Riera -que estaba protegido con barreras de cemento-, los 250 dimonis y las siete batucadas con 200 timbaleros comenzaron a avanzar lentamente mientras el público gritaba, se acercaba, se alejaba o se escondía. Los niños y perros -algunos amos llevaron a sus mascotas- fueron quienes más se asustaron, lógicamente, y la mayoría de los adolescentes se lo pasaron en grande saltando con los seres del infierno.

Jaume III no era el único foco de atención la noche de ayer, ya que las bèsties de foc bailaban en la plaza Joan Carles I con sus guardianes y echando fuego por sus escamas. Cada dragón salió siete veces hasta la actuación conjunta al final del Correfoc de Sant Sebastià.

Las primeras colles llegaron a la conocida como plaza de las Tortugas poco después de las 20 horas, tras más de 40 minutos de recorrido, y se enfrentaron a los protectores del Drac de na Coca exhibiendo ambos bandos sus armas de fuego para deleite de los asistentes. La percusión de la treintena de componentes de la batucada Saravà, que actuaba en un escenario junto al Born, creó un ambiente más tenebroso aún. Antes se encargaron de ello Els xeremiers del Drac, dos horas en total en las que se quemaron 200 kilos de pirotecnia.