La sonrisa de los artistas de la Cabalgata a la multitud de niños provocaba la misma respuesta de alegría, pero la de los Reyes Magos también causaba mucha emoción y cierto temor, sobre todo entre quienes tuvieron la oportunidad de ver y tocar a Sus Majestades tras desembarcar en el Moll Vell. Nunca imaginaron tenerlos tan cerca y más de uno aprovechó la ocasión para gritar qué regalo quería. La mayoría aguardó paciente su turno para darles la mano muy ilusionados tras una hora de espera frente a la Escalera Real, donde Melchor, Gaspar y Baltasar descendieron tras surcar el mar desde lejanas tierras hasta el Mediterráneo a bordo del velero Rafael Verdera, de 1841, el barco en activo más antiguo de España.

El espectáculo no había hecho más que empezar y lo hizo por todo lo alto de principio a fin. La despedida, es decir, el saludo desde el balcón del Casal Solleric, fue la gran novedad de este año. Una multitud congregada en el paseo del Born y la plaza de las Tortugas pudo aclamar a los tres Magos mientras ellos no dejaban de sonreír al gentío, no solo niños, sino también numerosos jóvenes y adultos, tanto residentes como bastantes turistas.

La Cabalgata comenzó puntual guiada por la Estrella de Oriente y su comparsa de patinadoras, quienes marcaron el ritmo de un ágil desfile, ya que no hubo parones y los miles de asistentes pudieron ver las 10 carrozas y 20 comparsas en menos de una hora. Los primeros en disfrutar fueron los que se colocaron en el muro de s'Hort del Rei, atalaya privilegiada para cuya conquista se necesitaba llegar con más de una hora de antelación.

No obstante, como las carrozas son elevadas, la visión era relativamente buena, sobre todo del Àngel de la Pau, interpretado por la cantante Patricia Morales, que deleitó con el Hallelujah de Leonard Cohen, además de otras melodías. Al relajante momento le siguió el ajetreo de los Carteros Reales, que recogían las últimas misivas destino Sus Majestades, y la animación de la banda de música Los Estupendos Burruños ataviados de marineros, ya que por segundo año consecutivo la temática central de la Cabalgata era el mar.

Miles de personas abarrotaban ambos lados del recorrido junto a las vallas que los separaban de los más de 500 participantes, que desfilaron y sonrieron sin parar desde las 18 hasta las 20,30 horas. Los seres de las profundidades marinas llegaron tras el primer Tren de los Chupetes y sus globos luminosos. Medusas, peces de colores y azules en monociclos, una sirena haciendo acrobacias... Era la comparsa de Poseidón, bien acompañado por su corte de sirenas. Uno de los peces bromeó: "¡Estáis haciendo muy bien de público. La película está saliendo genial!" Con el kraken atacando el Nautilus de Julio Verne llegó la tempestad y los jóvenes buzos que participaban en esta carroza no pudieron apaciguar las olas que formaban la comparsa.

Música en directo

La calma regresó con el Cant de la Mar, donde el grupo a capela Voices -transformados en una langosta, un pulpo, un pez, un hombre tesoro y un hada- dejó constancia de la otra novedad de la noche: el protagonismo de la música en directo. La 'culpable' fue Madò Caragola, interpretada por la cantante de ópera Naida Abanovich, ya que el año pasado tuvo tanto éxito que el director artístico del espectáculo quiso repetir y ampliar el número de cantantes participantes.

La también conocida como la Princesa de la Cabalgata desfiló tras el Cant de la Mar y, después, una foca gigante, marineros, más música en directo, redoble de tambores, griterío y... la aparición del primer Rey Mago, precedido por su camello, su comparsa y una invasión de caramelos. La misma escena con los tres hasta que finalmente llegaron al Born y deleitaron desde el Solleric.