Si Baltasar es el Rey Mago que más gusta a los niños, quien triunfó ayer fue uno de sus pajes, porque hizo reír al público con una canción sobre Su Majestad en un idioma nigeriano. Como los asistentes no le entendían, su acompañante, una mujer paje, iba traduciendo, aunque no fue necesario repetir los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar, ya que se dicen igual en los cinco continentes.

Los pajes de los tres Magos de Oriente llegaron a Palma por la tarde para anunciar que sus jefes están de camino y para recoger las misivas de los muchos niños que les esperaban en el paseo del Born. Algunos aguardaron dos horas, entre ellos Paula Cordero, de cuatro años, que fue la primera en entregar su carta de peticiones, como el Cocodrilo Sacamuelas y la Nenuco Merienditas.

Con ella estaban los hermanos Carmen y Pepito Balboa, de seis y cuatro años. La mayor quiere "una muñeca que llora y una Nancy y su hermanita", y el menor se ha pedido "el dentista de Play Doh y unos patines". También fue de las primeras Nuria Siles, de cuatro años e impaciente por la inminente llegada del Tragabolas y los zapatos de Frozen, "que brillan", tal como destacó.

Mientras los adultos hacían sus compras por las céntricas calles comerciales, la banda de música Los Estupendos Burruños animaba el Born poco antes de que llegasen los seis pajes, dos por cada rey, y sus estandartes, tres para cada uno. Los músicos y la comparsa hicieron un guiño a la temática de la Cabalgata de mañana: el mar. Ataviados de pescadores, marineros y bañistas, entretuvieron a los más pequeños y sus padres "después de una larga travesía marítima en la que acompañaron a los pajes", dijo el presentador del acto.

La avanzadilla de los Reyes Magos llegaba a pie -a diferencia de años anteriores- por el paseo del Born mientras un grupo de operarios municipales colocaba con una grúa dos barreras de cemento en ambos extremos de la calzada, junto a la plaza de la Reina y la de las Tortugas. Esta medida de seguridad que impide la entrada de camiones también se encuentra en medio del paseo y se ha extendido estos días por todas las ciudades europeas para tratar de prevenir atentados como el reciente de Berlín.

El ambiente era de diversión, no de preocupación, excepto para algún niño cuando escuchó a los pajes advertir que las cartas debían estar "escritas sin faltas", el último trámite antes de recibir los regalos el día de Reyes.