La luz es símbolo de la Navidad. En los hogares encienden velas y chimeneas. Calles y balcones se iluminan con colores. Es a partir de la Navidad cuando los días se alargan y recuperan horas de sol. Y eso es un motivo de celebración para la comunidad sueca, que cada 13 de diciembre rinde homenaje a Santa Lucía, la santa de la luz.

El Colegio Sueco de Mallorca trasladó la fiesta a Palma en 1985 y desde entonces se ha convertido en una tradición de la ciudad. No en vano unas 1.500 personas aproximadamente se acercaron ayer a la plaza de Santa Eulàlia para oír el concierto navideño que ofrece el alumnado de la escuela.

Fue el resultado de semanas de ensayos en que todas las clases de Primaria y Secundaria (unos 110 jóvenes) se volcaron para ofrecer un recital de 45 minutos con quince canciones en cuatro idiomas (sueco, inglés, castellano y catalán).

Hacia las 20.15 horas comenzaron a desfilar por la calle de Colom hacia Santa Eulàlia. Encabezando la procesión estuvo Carolina Porquer Pomar, de 15 años, elegida por ser la alumna más veterana del Colegio Sueco. Detrás le escoltaban las chicas de entre 6 y 15 años, con velas en las manos. Luego los chicos, vestidos de stjärngossar con los capirotes y las estrellas.

Porquer lució sobre la cabeza la corona con siete velas blancas, que en algún momento le jugó una mala pasada. Aguantó bien los chorros de cera en el pelo, pero en dos ocasiones le cayeron restos de la vela sobre las pestañas. "Au, au, au", decía la joven mientras una profesora aprovechaba entre canción y canción para quitarle la cera de los ojos.

El recital volvió a ser el éxito esperado. Dirigido por su profesora de música, Diana Hernández, y con la compañía de la pianista de la iglesia sueca, Yvonne Andersson, las voces sonaron preciosas. Impresionaba ver el movimiento acompasado de más de un centenar de bocas.

Y el concierto fue más espectacular con la iglesia de Santa Eulàlia de fondo. Este año, por el cambio de plaza debido a las obras en Cort, el coro cantó en la escalinata de la iglesia. El coro se vio más recogido, pero con más profundidad. Estuvo mejor sonorizado e iluminado, con unos tonos violetas reflejados en el majestuoso portón. La pega fue que el público estuvo más alejado que otros años y que desde el fondo de la plaza costaba ver a los 110 niños en su conjunto.

Entre las autoridades sorprendió la ausencia del alcalde. Acudió en su lugar el concejal de Cultura de Cort, Llorenç Carrió. También la princesa Brígida de Suecia y la cónsul de Suecia, Natalia Rigo.

Con la canción de Sankta Lucia acabó el concierto. Abrazos y besos para la profesora, gritos y euforia entre los jóvenes cantantes que el año que viene volverán a hacer que Palma se emocione con la Navidad sueca.