La Audiencia Nacional, en una reciente sentencia, ha establecido que la cárcel de Palma no debe asumir ninguna responsabilidad por la muerte de un preso que falleció como consecuencia de una sobredosis de droga. De esta forma, se rechaza la demanda de la familia del recluso, que exigía una indemnización económica de más de 200.000 euros y denunciaba que la muerte se había producido por la falta de vigilancia en el centro, al permitir que se pudiera consumir estupefacientes.Esta muerte ocurrió el día 8 de diciembre de 2011

Esta muerte ocurrió el día 8 de diciembre de 2011. El recluso había ingresado en la cárcel dos días antes. Fue hallado muerto en su celda junto a una jeringuilla. Antes de su muerte había sido atendido en la enfermería y la familia se quejaba, sobre todo, de que no se le hubiera realizado un cacheo en profundidad, de forma que pudiera haberse evitado que esa noche consumiera la droga que le ocasionó la muerte. La familia cree que pudo haber consegido la sustancia en la misma cárcel. El preso, que estaba casado y tenía hijos, sufría varias enfermedades graves y era consumidor habitual de droga.

La familia denunciaba que esta muerte se había producido como consecuencia de una suma de errores cometidos por el personal de la cárcel, puesto que no se realizaron los cacheos oportunos.

El centro penitenciario, frente a esta demanda, negó la responsabilidad y recordó que el propio Consejo de Estado ha venido señalando que es imposible que en una cárcel se evite de forma absoluta la circulación de sustancias prohibidas. El método para conseguir este propósito atentaría en exceso contra la intimidad e integridad, tanto de los presos, como de las personas que los visitan. Por esta razón, la cárcel de Palma rechazó que esta muerte fuera consecuencia del mal funcionamiento del sistema interno, sino que el responsable era el propio recluso.

La cárcel informó al tribunal que las medidas que se adoptan para evitar el consumo de droga consisten en cacheos a familiares y personas autorizadas a comunicarse con los internos y a los presos que reingresan de permiso de salida. También se revisan los paquetes y se cachea al personal y vehículos de proveedores.

Al mismo tiempo, son diarios los registros y cacheos a los internos y en las celdas donde se encuentran, con el objetivo de incautar droga o cualquier objeto peligroso.

Así, según la sentencia, en el segundo semestre del año 2011, cuando ocurrió esta muerte, hubo 23.760 cacheos de celda. Cada día se eligen al azar ocho celdas y se registran. También en el departamento de aislamiento se realizaron 3.600 cacheos. En ese periodo la cárcel incautó 38 dosis de droga que iban a ser entregadas a los reclusos. La sentencia detalla que el día anterior a la muerte del interno se realizó una inspección en su celda. Se localizaron dos trozos de hachís. Los jueces no creen que esta muerte se produjera por el mal funcionamiento interno del centro penitenciario.