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Palma a la vista

Tony Malony anda suelto

Lucy entre otros objetos con "alma" conviven en el almacén de Tony Malony. L.D.

Donde "todo es posible" se ha detenido Tony Malony desde que en 2014 decidió servirse de un espacio en Santa Catalina para ir dejando objetos que ha ido recogiendo por los caminos. "Sin reglas". No por nada, es un viajero, un mago. No podía tener mejor dirección que la plaza de La Verge del Miracle.

Ahí se asoman como si fuera un ventanuco de cuento paseantes, niños, abuelos, gente del barrio, extranjeros que recalan temporalmente en Palma o que la han escogido para vivir y atrás se queden los fríos del norte. Se encuentran tras los cristales páginas de viaje como Lucy, una figura a tamaño natural que es la representación de la favorita de un rey africano, perteneciente a la colección de Peter Hopf, o un burro que ha pasado por el taxidermista, dejando atrás Toledo.

Hay un parecido razonable en el antiguo almacén ahora convertido en la base de Malony y quien le sigue con el de la película Blade runner. No sería extraño que las figuras africanas, el zorro disecado, Lucy incluso, o el burro, se pusieran a bailar o a corretear por la plaza como hizo la replicante Priscilla.

Cuentan de Tony que llegó de Barbados pero nadie sabe cómo. Ahora mismo se ha vuelto a marchar. Anda por Nueva Zelanda, Australia, Japón. ¿Quién sabe dónde? No volverá hasta que pasen cuatro meses, pero si alguien quiere traspasar el escaparate de su almacén de objetos con historia, siempre se encontrará con un letrero que le indicará, en plan mapa del tesoro, donde dirigirse.

Una vez al mes, aparece un manifiesto en el que la familia Malony vierte su ideario. En el último se dice: "Nadie es un necesitado pero todos nos necesitamos".

Tony tiene 37 años aunque hay quien dice de él que "tiene alma vieja". Es hijo de la mezcla, de un inglés con una venezolana, que hicieron del comercio su modus operandi. Él ha heredado hacer del intercambio, de la búsqueda, la selección, la venta y la compra de los objetos su manera de vivir. Una colaboradora suya matiza: "No es una tienda, son valores, son ideales".

Quien se acerca, en su mayor parte extranjeros, pueden encontrar desde objetos de anticuario como un casco romano a piezas que algunos coleccionistas les dejan en depósito. Hay pinturas como las de Marc Staner, alumno de Jörg Immendorff que entran en diálogo con objetos del XVIII.

Su anónima colaboradora explica que Tony Malony promueve el concepto subdeca, una alianza entre el renacimiento y la decadencia muy en la línea de la filosofía del wabi sabi o del concepto kintsugi. En ambos la imperfección es bella. Un jarrón se rompe, se fragmenta, al arreglarlo con hilos de oro, no se oculta la fractura sino que se evidencia. Como las arrugas de cara y cuerpo o como los objetos que habitan en Tony Malony.

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