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Palma a la vista

Cocinar un libro en el Krekovic

Algunos de los participantes en esta actividad suculenta en el Museo Krekovic .

Kristian Krekovic ha nadado en su salsa este último mes. El museo en el que cuelgan sus retratos de amerindios y mallorquines se ha puesto glotón y un poco llorón. Nada puede despertar más la memoria, la nostalgia, que los recuerdos de olor y sabor; también color. Pero no estamos en una clase de cocina. La artista Mónica Fuster y la técnica artística Joana Maria Riera están dirigiendo una actividad de arte y educación, a través de lacasade, en la que en esta ocasión les cuentan al grupo qué es un libro de artista. A partir de ahí, les animan a crear uno colectivo. Tirando del hilo de sus memorias.

Mar Gaita, la directora del museo ubicado en el polígono de Llevant, precisa que esta iniciativa englobada en La tardor als Museus, "refuerza la visibilidad" de este centro que está dando pasos de gigante para abrirse, no solo al barrio, sino a toda la ciudad.

En la mesa de operaciones, rodeados de las pinturas de las voluptuosas mujeres de Krekovic, un solo hombre, Mohamed El Alaoui Elamrani, de Tetuán se sumerge en sus especias, clave para preparar sus platos de cous cous, carne dulce, pollo con aceitunas y, sobre todo, pinchitos. "Soy especialista", asegura.

Al lado, Yolanda Espial, de Andújar, Jaén, que ha elegido el plato típico de la montería, de la serranía, de la Virgen de la cabeza, "a la que le soy muy devota". Ambos trabajan en Deixalles.

Una receta elegida por cada uno les da pie para trabajar la memoria, los recuerdos de familia, la reunión de todo el clan. "La comida une y a la vez diferencia; hay personas aquí de distintas edades, de geografías y culturas diversas, pero van a hacer un libro juntos. Eso es lo bueno", expresa Mónica Fuster, que les ha enseñado algunos ejemplos de libros de artista para que trabajen con total libertad.

Gladis Baldoni dejó Buenos Aires siguiendo a sus hijos. A ella y a su marido les costó pero les compensó "por estar con mis nietos". Ella es viuda. Vive sola y hace 11 años que asiste a clases de gimnasia y canta en La Soledat. Prepara con el esmero propio de la bordadora que fue un cuaderno y dibujos en los que describe la receta de ñoquis rellenos. "Ñocones, porque son muy grande", ríe.

Enfrente, está Vero, de Nigeria. Habla poco. En sus páginas reúne cebolla, espinacas, gambas pequeñas, aceite de palma. Va a preparar un plato de ebisi con fufu, un puré de su país. Lleva viviendo en España 18 años, primero en Almería y ahora en Palma. "No quiero volver a Nigeria". En su cara se trasluce la tristeza de haber dejado familia en su país.

Patricia Oliver se ha apuntado por libre. Esta mallorquina da rienda suelta a su imaginación. Trabajo el fuego. Preparará un wok de verduras. "Mi receta no tiene letras, solo colores", advierte.

No muy lejos, Dolores Amaya. Vive en Pere Garau. Va a preparar un arroz de viuda, una receta típica de los gitanos, su etnia. "¡Me hace recordar cosas!", dice con nostalgia. Se le nublan los ojos. "Éramos cinco hermanos; se murió uno. Mi madre ya no quiere cocinar".

Krekovic se ha puesto llorón en alguna de las sesiones pero este lunes se pondrá las botas. Hay un festín de recuerdos, geografías, lenguas, culturas. ¡Qué aproveche, artistas!

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