Santa Catalina, el barrio que más ha disparado sus precios inmobiliarios, el más buscado por los inversores de la Europa del norte, tiene su cruz. Una de sus calles, la de Sant Magí se ha convertido en el centro de la queja vecinal, "harta" de "tanto ruido y de la porquería que nos dejan delante de nuestra casa en los contenedores", señala el vecino Toni Estela.

En la calle Servet, muy cerca de una pequeña plaza cercana a Sant Magí, algunos han dejado su protesta escrita en alguna pancarta. En ellas muestran su enfado con la Administración.

"Llevamos cuatro meses intentando contactar con el Ayuntamiento. Todos los bares pasan por la plazoleta y dejan sus basuras, que después no se recogen y quedan acumuladas. Tengo vídeos con ratas, incluso. ¿Qué podemos hacer para que se ponga remedio a esta situación?", se pregunta este vecino que no concluye aquí su rosario de lamentos.

Un mal con historia

Alonso, y con él otros inquilinos de la zona, muchos de ellos ya han dejado el barrio, se hacen cruces del ruido. "¡No podemos dormir!", asegura. Insiste en que al sonido de los bares cercanos, suma el de los carritos llenos de basura que trasladan a los contenedores a altas horas de la madrugada.

"Haría falta una rampa que amortiguara el sonido del paso de los carritos con los envases de las botellas vacíos, pero desde el Ayuntamiento se nos dice que no hay dinero", se lamenta Estela.

El exceso de ruido en la calle de Sant Magí viene de lejos. Las denuncias también. Ya en los años 2008 y 2009 los residentes arremetieron contra uno de los males de esta calle que es límite entre Santa Catalina y el Jonquet: el ruido.

La proliferación de bares y restaurantes la ha convertido en una zona de copas que incluso con la moda del tardeo, adelanta el horario de las discotecas en el revival de las galas de tarde.

La zona del Jonquet ha sido declarada Zona de Intervención Especial y como tal es objeto de vigilancia. En sus calles se han colocado paneles informativos sobre las multas que pueden llegar a tener que pagar aquellas personas que beban alcohol en la calle, hagan ruido. La Policía local prometió vigilar el botellón en las zonas de Gomila y el Jonquet además de en otras zonas 'calientes'. Pasado el verano, el cerco policial se desplaza de la Platja de Palma a zonas como la del Jonquet, donde es habitual el botellón.