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Palma a la vista

El dedal de la cuesta

Rita Bone abrió su pequeño taller de costura en el 2015. L.D.

"¡Mi vida da para una novela!", repite Rita Bone, una mujer de 61 años nacida en Esmeralda, Ecuador, en un barrio,el de Unión Progreso, "donde no van los presidentes; solo Correa se acercó, y eso lo distingue de los demás". Tiene doce hijos de distintas parejas. Se guarda dar detalles de su segundo marido, el padre de sus últimos seis vástagos, porque "está muerto y a mis hijos no les hizo daño". Todo el dolor se lo reservó para ella. Pero es tejido de novela.

De telas sabe un rato largo. Solo que el hilo de la vida le ha llevado a otros oficios, desde cocinera, agricultora y cuidadora de personas mayores. Ese ha sido, y aún es, su oficio en Palma desde que desembarcó en la isla en 2003.

"Las cosas se pusieron muy mal en mi país. Me vi sola, sin trabajo, con doce hijos, y aunque el mayor ya trabajaba, pero no bastaba. Antes había venido una hija pero no llegaba dinero, así que a mis 47 años me vine a Mallorca. Pensé: 'lucharé, progresaré' pero ya ves... Lo he pasado muy mal. Si yo te contara todo podrías escribir una novela", insiste.

Lo cuenta desde un pequeño taller de costura en la cuesta de Can Muntaner. Modistería Vaniti. En la zona todos la conocen, le piden algún dobladillo, que les arregle una cremallera. Lo abrió un año atrás, cumpliendo su sueño de volver a trabajar en su oficio, modista. "En mi país, llegué a tener a cinco operarios en mi taller pero todo se fue al traste con las exportaciones que llegaban de la ropa de pulga de Estados Unidos y Canadá. Se perdieron muchos puestos de trabajo", dice. La ropa de pulga es la de segunda mano; "de marca", matiza.

Nada le es fácil. Antes de volver a enhebrar agujas, Rita consiguió un trabajo en Génova con una belga que "nos trataba como esclavos a los cinco empleados que tenía". "No tenía papeles, y yo aguantaba. Una señora mallorquina me ayudó y encontré trabajo cuidando a una señora mayor, la madre de Catalina García, una periodista. ¡Se portaron muy bien conmigo. ¡Nunca encontraré un trabajo como aquel, pero desgraciadamente se murió. Después conseguí otro trabajo cuidando a un señor de Bunyola, y también más tarde a la madre de Purificación y Maribel. Gracias a ellas conseguí tener papeles", narra.

Como muchos inmigrantes, lo que ganaba se destinaba en buena medida a reunir a la familia en Mallorca. Ya están aquí los últimos hijos, pero los problemas no cesaron. Con la actual crisis, el salario no le alcanzaba así que la desahuciaron al no pagar una mensualidad. "Sylvia Bonet, una maravilla de mujer, asistente social en el Ayuntamiento me ayudó a conseguir el piso en el que estamos cuatro hijos y un nieto". De ellos, la chica está prácticamente ciega, otro tiene depresión y los otros dos no tienen trabajo. Aún así, Rita cada mañana levanta la valla y cose. Una estampilla de Santa Rita la acompaña.

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