En Es Carnatge no solo vuelan aviones, existe un amplio grupo de pájaros que pese al estruendo de los motores, que aún ahora pasan cada minuto y medio, se pasan horas en las rocas cercanas o se camuflan en el islote de Na Galera. Miguel McMinn, biólogo, ornitólogo y naturalista, guió ayer a los distintos grupos que se apuntaron en la actividad organizada por el GOB y Cort con motivo del Día de las Aves de avistamiento de pájaros.

"La bahía de Palma es una zona importante para las aves. En invierno, incluso se ven alcatraces cerca de la zona de Cala Figuera. Aquí encuentran alimentación y refugio", indicó McMinn.

No perdían detalle los hermanos Fleming Moratinos, Clara, de 12 años, y Tomas, de 9. Ambos se quedaron boquiabiertos al contemplar la perfecta sincronización de dos cormoranes nadando y pescando como si nada pasara.

"Nos gusta salir a la naturaleza los domingos. ¡Mucho mejor que quedarse delante de la televisión! Toda la familia somos socios del GOB", contó el padre.

Todos escuchaban atentamente las explicaciones previas sobre los ejemplares de aves que se pueden ver en Mallorca. Entre ellas, corre una situación delicada la pardela balear, la más amenazada, "solo quedan 30.000 en todo el mundo", indicó el ornitólogo. Los males que acechan a esta especie en peligro son "capturas accidentales en palangre de fondo, y también en redes".

En opinión de este especialista, "cada vez existe una mayor afición no solo a ver aves sino a conocer la naturaleza, cosas del territorio en el que uno vive".

Por ello, fueron más de medio centenar de personas las que se acercaron ayer por la mañana a la zona de Es Carnatge a ver la placidez y el nervio de los cormoranes, el mimetismo con las rocas de los girapiedras o el vuelo de un águila pescadora que muy pronto, sobre las 8.30, se acercó la zona. En ella se pueden ver el virot gros, también muy amenazado, y las dos gaviotas más habituales en la zona de la bahía, la de pico rojo, y la de pico amarillo.

Mientras una pequeña colonia de distintos tipos de cormoranes se habían apoderado de Na Galera, un charrán patinegro hizo una serie de piruetas que hicieron las delicias de la pequeña Lucilla, la benjamina del grupo.

La mañana de plata, sin una sola nube, permitió unas condiciones óptimas de visibilidad; unos prismáticos y un telescopio hicieron el resto en una mañana de mucho vuelo.