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Arte

Saridakis, el museo que se dejó escapar

Se cumplen 50 años de la fundación del Museo Saridakis, un legado de más de 1.300 obras de arte que el Govern perdió en 1988 por haber cerrado al público el palacio de Marivent para cederlo a la familia real

Saridakis, el museo que se dejó escapar

Juan de Saridakis Juan de Saridakisse enamoró de Mallorca. Fue uno más de los ilustres artistas que llegó a la isla para quedarse. Y, después de morir, devolvió con creces la hospitalidad. Su viuda, Anunciación Marconi, más conocida como Ana Marconi, decidió donar a la Diputación Provincial de Balears toda la colección de arte que había recopilado el pintor griego. Además, cedía el uso del palacio de Marivent, la finca que Saridakis mandó construir como vivienda personal, para que albergara el museo con todo el legado de su difunto marido.

Hace 50 años, el 27 de septiembre de 1966, se constituyó la fundación pública que gestionó el Museo Saridakis y el fondo de más de 1.300 obras de arte que legó su familia. Una galería que todavía hoy podría estar abierta al público de no haberse producido una cesión que cambió alteró las voluntades de Ana Marconi: la entrega a la familia real de las llaves de Marivent. Los tribunales acabaron dando la razón a un heredero de Saridakis, que recuperó todo el fondo artístico que el Govern balear dejó escapar.

Picasso, Goya, Santiago Rusiñol, Joaquim Mir, Sorolla, Anglada Camarassa o Delacroix eran algunos de los pintores que estaban representados en la pinacoteca de Cala Major. El grueso de la colección eran las casi mil piezas de cerámica, entre las que destacaban 300 mancerinas, elementos de vajilla o jarrones. También había esculturas, alfombras, muebles o lámparas de cristal de Murano.

Todo quedó dispuesto en el interior del palacio para que los visitantes lo pudieran contemplar de la misma manera que lo había colocado el ingeniero y artista griego. Los trámites para la apertura del museo duraron poco más de dos años. En 1963 fallecía Saridakis. En 1965 su viuda ofrecía el legado a la Diputación Provincial de Balears y, al año siguiente, se firmaba la constitución de la fundación pública. La apertura al público del recinto se retrasó hasta el 27 de julio de 1967. El horario de visitas era limitado: dos días por semana en horas muy concretas.

Sin embargo, todos aquellos esfuerzos acabaron siendo inútiles. Cinco años después la finca se cerró al público. En 1972 comenzaron las obras para adecuar Marivent a los que entonces eran los príncipes de España, Sofía de Grecia y Juan Carlos de Borbón. Fue la misma Diputación Provincial de Balears -la institución que había aceptado con gratitud el legado de la finca con el exclusivo fin de crear un museo- que ofreció a la familia real que veranearan en el palacio de Cala Major.

El hijastro de Saridakis, José Carlos Herrmann Marconi, se convirtió en heredero del pintor. Él ya había renunciado a la propiedad de Marivent para que la Casa Real comprara los terrenos alrededor del palacio. Pero mantuvo los derechos sobre la colección de arte.

Pelea en los tribunales

La pugna por el valioso legado de Saridakis comenzó en 1980, cuando Herrmann solicitó al Consell General Interinsular (el precursor del Govern balear) que se revirtiera la cesión de las 1.300 obras que había en el interior del palacio. La negativa de la administración preautonómica hasta en cuatro ocasiones supuso que el conflicto acabara en los tribunales.

Y la Justicia dio la razón al heredero de Saridakis por partida triple: en primera instancia, en la Audiencia Provincial y en el Tribunal Supremo. Ante el alto tribunal los abogados de la comunidad autónoma argumentaron de forma desesperada que el museo seguía pudiendo visitarse "aunque de forma restringida". La realidad era distinta, según dictaminaron los jueces.

El convenio firmado para crear el Museo Saridakis era tan claro como el incumplimiento del Governincumplimiento del Govern en exponer las obras al público. En su sentencia, el Supremo recordó al Ejecutivo autonómico que "ningún obstáculo insuperable habría existido para, en actuación racional y diligente, ubicar el museo el edificio distinto a Marivent" para satisfacer así la finalidad de la donación.

La conclusión fue que Balears debía devolver las más de 1.300 obras de arte que les habían prestado. En 1988, el mismo año en que llegó la sentencia del tribunal de casación, el legado de Saridakis embarcó rumbo a Barcelona para no volver a Mallorca.

Nunca se llegó a un acuerdo sobre el valor del legado (50 millones de pesetas, según el Govern; 300 millones, según el heredero). No obstante, la pérdida para la sociedad fue mayor y Palma se quedó con un museo menos.

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