El juez Jaume Joan de Berga, el árbitro del duelo de egos de la nobleza palmesana, el único que plantó cara a los malhechores de Canamunt y a los canallas de Canavall, fue enterrado ayer por la tarde. En una exhibición de la clásica hipocresía mallorquina, los propios vecinos de ambos bandos de Ciutat se despidieron del oidor real entre lágrimas y mocos.

Un centenar de asistentes se acercó a la calle de Sant Pere Nolasc, donde Berga ya murió por vez primera en 1619, para dar el último adiós a un funcionario íntegro y con gran sentido de la justicia.

El cortejo fúnebre partió de la plaza de Santa Eulàlia. Unas 45 personas del colectivo Orgull Llonguet, organizador de las fiestas de Canamunt y Canavall, desfilaron por el centro de la ciudad con la imagen de Berga abriendo camino. Al grito de "¡Al cielo con ella!" levantaron el portarretratos, que iba sujeto a un caballete, e iniciaron la marcha.

Turistas y residentes contemplaron atónitos el desfile, compuesto por plañideras y plañideros -la paridad que no falte- ataviadas con mantillas negras, cajas de pañuelos de papel y cirios. También participó Sant Rescat, el archiconocido patrón de Canamunt, que fue portado a hombros por cuatro cofrades civiles.

La xeremia, el flabiol y el tamborino eclipsaron los sonoros llantos del séquito y los lamentos sobre cuán buen hombre era el juez Berga. Nada que ver con el domingo, cuando el magistrado falleció sobre el escenario del Parc de la Mar de forma dramática: mojado y tiroteado.

Los interrogatorios policiales se sucedieron durante la mañana de ayer, pero los agentes no lograron averiguar quién fue el asesino del juez del reino. "Què en som jo, de la mort d'en Berga?" fue la respuesta más repetida por la ciudadanía palmesana. Sin embargo, se sospecha de un cura y de un bandolero contratados por el bando de Canamunt para acabar con la vida del funcionario.

Las últimas palabras

Cuando el cortejo fúnebre llegó a Sant Pere Nolasc, medio centenar de vecinos esperaba para rendirle homenaje. Depositaron velas a los pies de la imagen de Berga y, en voz alta, le manifestaron sus condolencias los representantes de casi todas las entidades que han participado en los cinco días de fiestas populares. Para finalizar, brindaron por su pase a mejor vida.

No obstante, existen dudas de que el de ayer fuera el último adiós al oidor Berga. Los integrantes de Orgull Llonguet afirman que el juez resucitará el año que viene para continuar con la fiesta y convertirla en una tradición de Ciutat.

Antes de concluir el entierro, los organizadores recordaron que para que Berga reviva el próximo año les hará falta ayuda y animaron a que cualquier persona se sume al colectivo para organizar las próximas fiestas de Palma.